100 días ¿de gobierno o del sin brújula?

Con esa idea de las costumbres históricas en el PRI, este novo de Coahuila, festina el arribo a los “100 días de gobierno”.

Poco hay que festejar en este desacertado mandato, ¡ilegítimo y chaparro!

Quizás sí podemos festejar que Rubén Moreira y Carolina Viggiano físicamente ya no están insultando con su presencia en nuestra noble tierra. Y aunque bien sabemos que su largo y corrupto brazo sigue desde la CDMX moviendo al muñeco de ventrílocuo, el simple hecho de ya no verlos acá (aunque sea solo por el tiempo justo “del olvido”, que no de perdón), hay un descanso del alma social.

No ignoramos que deambulan por las nóminas, los negocios y las componendas, una suerte de Moreira´s, que se multiplican por generación espontánea, y dañan a Coahuila por degeneración extraña (el Moreira I, II, el III; y hasta, el XXII).

“ChaparroCahuilaEs”.

¿Cómo festejar que a este insulso de Riquelme, cuál payaso de un circo de barrio, le quedan grandes los zapatos del gobierno, sí pensamos con miedo, que un día pueden crecer, y hacer más daño, del infame ya recibido “por ellos”?

Por un lado, dice la gente que es bueno que “ChaparroCoahuilaEs” (por aquello de hacer menos nuevo daño), y por el otro, que, cómo conformarnos con un gobierno corto si el estado de quiebra y criminalidad en que han convertido a Coahuila, exige de liderazgos altos y de voluntades gigantes, para solo sacarlo a la luz de la esperanza, y animarlo del desmayo social.

Porque, para elevarlo al sitio que ha tenido en tiempos anteriores (sobre todo anteriores al moreirato), implica visión de estadista, vocación de humanista y honestidad incuestionable. Por ello, estos desalmados y corruptos, aunque chapos, no son quien para lograrlo.

Ética: valores y principios.

¿Éticos, visionarios, estadistas, humanistas y honestos, dónde están, ya se agotaron o la escuela del crimen que se instauró, liquidó a algún espécimen extraviado de esa especie en extinción?

Díganme romántico, anticuado o ingenuo, o todo junto; pero yo, creo en un gobierno decente y útil, porque creo en sociedades nobles y temerosas de Dios.

Porque creo en la ética política como conducta infranqueable de quien aspire a servir a los demás, desde el poder constituido legítimamente (y no me refiero a ellos, porque ni por asomo son lo que describo del político cierto, ni son legítimos porque llegaron al poder por el fraude consumado, y validados por las vergonzantes autoridades electorales y los corrompidos tribunales, esos de la justicia pagada (única justicia mexicana que vemos y sentimos).

Esa justicia nacional (y locales), que solo tiene ojos y oídos para perseguir enemigos y opositores, y nada ve ni escucha de la impune corrupción que nos agota como nación y nos acaba como entidad.

Al garete, sin brújula.

¿Qué puede planearse de futuro y del gobierno, este desgobierno, este que, cual nave en picada, sin brújula ni instrumentos, cae al vacío sin evitarlo, y zigzaguea retrasando lo inevitable (estrellarse sobre la gente, que cual mirones sin otra cosa mejor que hacer, expectantes vemos como el armatoste nos cae encima)?

Presumen un Plan de Desarrollo Estatal ¿y cómo, cuál desarrollo es posible, y cuál Plan es cierto, si el plan para Riquelme lo diseñó aquel malvado y es guión inequívoco que debe seguir?, si no hay dinero para nada útil solo para los negocios, si el gabinete estaba lleno de Moreira y luego de los lentos cambios, se harta de más de ellos. Si urgen correr a tanto aviador y a tanto burócrata porque no hay cómo pagarles (no dejaron ni los clips los bandidos), esos los “empleados” de las varias nóminas (obesas y obscenas); pero que no pueden correr porque están en elecciones y los pocos votos tricolores, son pagados.

“No hay viento favorable para quien no sabe a dónde va”, reza un refrán marinero. Así este gobierno navega sin rumbo y fatigado, a los 100 días de enfrentar el tiradero en que los dejaron y del que son cómplices y tapaderas.

¡Deslindarse, es un mito!

Dicen (para su flaca defensa), que aun siendo de “los mismos”, “no les advirtieron del estado fatal de las cosas”: en las finanzas que anulan el desarrollo, en el crimen auspiciado (y de los sobornos en suburban retacadas), que carcome al estado. Que tampoco les dijeron “que heredarían candidaturas y moreiristas que mandan más que ellos” y que deben limpiar, por dentro y sin tapabocas, las cloacas del moreirato.

Este gobierno de Miguel Riquelme está a años luz de ser uno autónomo, deslindable de lo y los que representa, y de lo que significan por sí mismo. De lo que está hecho.

100 días de Riquelme, como 6 años. Sin brújula y sin ética, sin personalidad ni tamaño. Sin “principios”… y sin final.

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