El científico que es un ícono

El sábado pasado se conmemoró el bicentenario del nacimiento del máximo pensador y teórico alemán Karl Marx, nacido en la Ciudad de Tréveris, cuya obra no pierde actualidad ni vigor, aún ante el tsunami de la globalización mundial el científico se mantiene en el escenario de la historia universal y el mundo lo recuerda con respeto.

Lo que Marx otorgó a la humanidad fueron los instrumentos científicos para comprender a la sociedad, la antigua, la de su tiempo y la actual, conceptualizando la vía mediante la cual el capitalismo concentra en cada vez menos manos la riqueza del mundo y la gran mayoría es despojada de todo lo que se consideran como DERECHOS HUMANOS.

La obra magna del preclaro teórico fue El Capital, un libro complejo que establece con exactitud precisa la ley de la acumulación capitalista, que predice el requerimiento de la precariedad de las condiciones de trabajo, del descenso de los salarios, del incremento e intensidad de las jornadas de trabajo, de la reducción de la vida laboral de los obreros, de la merma de la calidad de los productos para de consumo, procesos evidentes de la existencia laboral y social actual.

Según los estudiosos contemporáneos de la extensa y compleja obra de Marx, ésta es como un yacimiento arqueológico de múltiples estratos que incluyen ensayos o antologías, algunas no publicadas, leerlas es decidir a cuál Marx acceder.

Filósofos de las 2 últimas décadas del siglo XX, a través del marxismo proponen que la crisis capitalista entró en una etapa de tensiones sistémicas irresolubles arraigadas y fijadas en la incompatibilidad del capitalismo con la constitución antropológica del ser humano, la cuestión es, ¿cómo llegar a nuevas formas de vida social?, el desafío es la construcción de un nuevo humanismo, nada más, y nada menos, pero no pensemos que eso no está en construcción, las migraciones gigantescas, los movimientos feministas como el #Me Too, el Feminismo del 99%, y tantos otros movimientos emancipatorios de la sociedad civil contra la discriminación y la autoflagelación y a pesar de todo la lucha por la defensa de los derechos humanos permanece y se abre paso.

Leer a Marx sigue siendo una gran experiencia, es quitar el velo que encubre “lo real”, sus ideas no son como las de sus antecesores, los filósofos, para él: “no se trata de interpretar al mundo sino de transformarlo” seguramente él nunca imaginó que su obra cambiaría al orbe, quiérase o no el socialismo real fue una experiencia estrujarte, que dejó huella, sus reminiscencias en la conciencia colectiva permanecen.

Marx ha retornado en su obra. En este mundo turbulento, nos guste o no Karl goza de una envidiable actualidad, es el fantasma que recorre el mundo. En el casco viejo de su ciudad natal, una enorme estatua de 6 metros de altura, donada por el gobierno chino y colocada frente a la puerta negra construida en la época del Imperio Romano, le rinde homenaje a quien, sin exagerar, se puede considerar uno de los más grandes revolucionarios del pensamiento moderno.

La nueva popularidad del científico en Europa en el bicentenario de su nacimiento es también una oportunidad de oro para retomar la figura de un hombre cuyas ideas no sólo no han muerto, sino que se han refrescado con el paso del tiempo, quizá haya regresado en forma souvenir, de playeras y tazas, como un artículo decorativo más, pero cuidado, está de vuelta… para transformar de nuevo al mundo, aunque como dijera el poeta Eugeni D’Ors, la Humanidad sólo entiende una marcha: la reversa; ¿será?

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