Ellas, responsables del machismo.

La nota publicada en este diario el martes pasado es muy lamentable: “Mujeres, responsables del machismo”:Esther Quintana. La ex diputada local y federal, ahora regidora por el PAN asegura que ellas al ser quienes educan a los hijos con esa ideología son las responsables del machismo.

La regidora tiene razón al afirmar que el machismo es parte de la mentalidad de la humanidad, pero yo diría que es el ADN de hombres y mujeres y existe porque se lleva al patriarcado en la sangre, lo interiorizamos, lo reproducimos y lo transmitimos en un mundo de dominación masculina.

La socialización que se recibe en la escuela, en las iglesias, en las universidades, en todas las instituciones es patriarcal; el patriarcado es cultura de manera que con lo que hay que tener cuidado es con la racionalidad reduccionista porque la educación no sólo está a cargo de las mujeres, los hombres educan cuando les adjudican a ellas esa responsabilidad y ellos no se inmiscuyen en los asuntos domésticos porque son “cosas de mujeres”; las iglesias educan cuando sólo los hombres tienen el derecho de predicar y ejercer el ministerio y se excluye a quienes hacen las labores más arduas, ellas; en las empresas las altas gerencias las ejercen ellos y así podríamos enumerar hasta el infinito sólo para constatar que el predominio masculino en todos los ámbitos sociales se acepta como “lo normal”.

Cuando se llega a este planeta se nos recibe en un ambiente de violencia obstétrica, se debe dar a luz como el ginecólogo manda, a la parturienta se la recibe como enferma y el alumbramiento puede ser un infierno porque hay cambio de turno en lugar de ser un acto gozoso.

La sumisión es la actitud que se espera en todas las mujeres, quienes se resisten a ella son muy mal juzgadas pero la mayoría ni siquiera conocen el término “patriarcal” aunque a diario lo padezcan; despatriarcalizarse es algo muy duro, un trabajo que comienza consigo misma para adquirir conciencia lo cual puede resultar muy doloroso.

Es más fácil ser mujer machista y vivir bajo un sistema económico, social, cultural, político, religioso, sexual y emocional basado en la desigualdad, en la violencia contra los que se cree son más débiles, aunque quienes así piensan no saben la fuerza que se necesita para aguantar la discriminación cotidiana.

Reproducir las normas patriarcales es lo habitual, la discriminación de las mujeres hacia su mismo género es lo usual así como abusar de las más pobres, de las adultas mayores, despreciar a las indígenas, a las de otras religiones o permitir que los maridos violen a las hijas; hay mujeres que se enriquecen explotando o prostituyendo a otras, conspirar para hundir a las que piensan distinto y desprestigiar su imagen es lo “normal” y así se colabora con el patriarcado.

Hay mujeres que ejercen violencia contra sí mismas sometiéndose a dietas inhumanas o a operaciones tremendas para ser bellas y gustarle más al hombre de su vida, nos hacen interiorizar un modelo de mujer que se aleja mucho de la realidad; también hay féminas a las que la maquila les absorbe la vida con sueldos miserables.
Los feminicidios son la forma extrema de violencia contra las mujeres y México logra medalla de oro por la impunidad y el desinterés en la impartición de justicia en esos crímenes y la SEGOB hasta ahora se niega a dar cifras sobre el número de estos homicidios.

La violencia familiar está desatada, VANGUARDIA informó que ha crecido en un 292 por ciento en los últimos 2 años.

Estamos ante un problema sumamente grave y complejo, de manera que no se puede simplificar y reducirlo culpando a las mismas mujeres de lo que es cultural; respeto a la regidora Quintana es mi amiga, pero debo manifestar mi desacuerdo en un conflicto tan severo como este al que las instituciones públicas eluden y para el que no tienen respuestas eficaces y efectivas.

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