¡Tan tan y ya!

“Porque mientras se pueda seguir utilizando la fuerza, ¿para qué el diálogo?”.
Cerró sus puertas la docena de la intolerancia, la represión, la zozobra, el endeudamiento, la desesperanza y el tedio. Doce años de retraso en las aspiraciones de una sociedad agraviada por el descaro y la simulación, por la agonía de sus sueños.

Rubén se va y con él los lentos días, las gotas de aceite en que transcurrieron con la pesada carga de la dominación.

Gobernó 12 años desde la sombra de sus frustraciones derivadas de su impopularidad y sus miedos, los que lleva por su vida mediocre y gris.

Gran lector, único mérito que se le reconoce, nunca entendió que debemos tomar lo mejor de los libros y no los recovecos de la trampa y el fervor de lo siniestro. Una personalidad así, con poder es sumamente peligrosa.

Fuera del poder el político se descompone, sufre de la enfermedad letal del olvido, de la traición, de la ingratitud. Nunca se dan cuenta de que el agradecimiento en estos tiempos sólo dura unos cuantos días, y que la popularidad comprada dura lo que las despensas, las tarjetas, los zapatos y los uniformes de la gente.

Manuel Nevado, miembro de Psicólogos sin Fronteras de Madrid, refiere: “El poder genera mucha adicción porque te crees omnipotente y omnipresente pero, cada persona tiene su propia forma de expresarlo.

Piensan que todo gira en torno a ellos y que pueden hacer lo que quieran sin rendir cuentas a nadie, ni siquiera a los de su propio bando. Tienen una personalidad muy totalitaria. Hay veces en las que se pierde el rumbo y hasta la referencia de los tuyos. Cuando se ha tocado el techo es mucho más complicado aceptar que ya no estás ahí. Pero lo peor viene cuando el poder se pierde”.

Los síntomas de una descomposición personal en el exgobernador se fueron presentando a partir de la elección de junio y la aparición casi diaria del contenido de las cañerías de su administración, los cadáveres, las desapariciones, la suma de la corrupción, en un tema de nunca acabar.
Siendo tan limitados sus alcances, entonces, deja facturas abiertas que se irán presentando puntualmente por sus víctimas, al tiempo.

La última etapa de esa gran frustración del exgobernante refleja un bloqueo en sus pensamientos y sobre todo en la realidad que tiene a partir del 1 de diciembre de 2017, el día de la liberación coahuilense.

Ayer reprendía el tirano, hoy amenaza. Las historias de la represión ejercida ante el periodismo opositor fueron múltiples, la persecución a editorialistas como la compañera Durán eran parte del ejercicio del poder. A esta pluma le fueron borrados 30 años de ejercicio magisterial, por ejemplo, por criticar al dictador.

La amenaza fue puntual, ahora con el Alcalde saltillense, lo que nunca imaginó Rubén es que la conversación fue grabada: “¿Qué te pasa, cabrón (sic), –dijo el caudillo familiar– por qué dejaste ese oficio en tesorería. Ya te dije que no verás ni un centavo de esos millones. Estás haciendo puras pendejadas (sic), me tienes hasta la madre. No te debemos nada, de eso me encargo yo. Sigue con tus mamadas (sic) y te voy a chingar (sic), más te vale que me creas, pendejo (sic). A ver si no te mueres pronto”. Después Isidro López trata de tranquilizarlo y otra vez el tirano: “Cállate, pendejo, no me interrumpas. Ya sabrás de mí tú y tu familia”, fin de la llamada.

Ya sin poder, Rubén se torna peligroso, sin duda, y en esa tónica nos sentimos amenazados quienes ejercemos el periodismo crítico. Yo lo hago responsable de lo que me suceda a mí o a mi familia o a mis posesiones, es más, hasta de lo que les suceda al Goliath y al Momo, mis mascotas difuntas; sobre todo analizando la conformación del nuevo Gobierno que se dice independiente del personaje y su familia feliz, muy feliz y muy rica.

Tan tan, se acabó, ya no será oficialmente y eso es un logro, el moreirómetro al final tuvo la razón y finiquitó el suplicio y la administración del gobernador de los 12 años, el más impopular de la historia de esta tierra. Adiós al tirano, al que dejó cuentas pendientes, al que disolvió los valores de la sociedad, al que terminó con la capacidad de asombro. Adiós. Recuerda: “La traición sólo es cuestión de tiempo”.

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