¿Y ahora qué sigue?

Los vecinos del norte nos dieron una desconocida.

Era previsible. Solo alguien que “vino a aprender” al servicio diplomático como Luis Videgaray Caso, no entendería que el señor Trump es impredecible en casi todo pero que hay cosas en las que es prístino. Y es el caso de la relación con México, país al que ve por encima del hombro.

Desde que le dieron el trato de Jefe de Estado siendo candidato, echaron a perder la relación diplomática. Luego, el resto del tiempo, hemos sido agachones y conformados ante las actitudes abruptas y sus declaraciones racistas y despectivas hacia los mexicanos. Pero en fin, ya la cosa se descompuso al grado de tener que dar un mensaje a la nación disfrazado de mensaje a Trump, uno para “pararle los pies”, (esas patotas güeras que intenta poner sobre nuestros pescuezos).

Debo decir que el mensaje está bien redactado, bien leído y bien articulado (y en los tiempos que corren y ante los dislates frecuentes en los discursos de EPN, eso ya es cosa mayor). También digo que, aunque tengamos culpa ante las actitudes equivocados y excesivas de Trump hacia nuestro gobierno y país, sea como sea debemos apoyar al presidente en este “fajar de pantalones” (al de hoy y al que venga, del partido que provenga, a quien sea presidente).

¿Qué sigue?

Era urgente poner orden y exigir respeto. Ya está hecho ¿ahora, qué sigue?

¿Pediremos visa a los gringos para entrar a México, como ellos hacen con nosotros, revisaremos a los que quieren entrar al país, con espejo bajo los carros y perros junto a los pasajeros; no volveremos a repetir por enésima vez que “no pagaremos el muro”, porque con una vez es suficiente?

No entiendo cuál es el problema en que el gobierno norteamericano mande marinos a la frontera con México, en tanto se queden de aquel lado. La presencia militar norteamericana puede mejorar el tema del narcotráfico y delincuencia en la frontera, tema que se ha exacerbado. Militares mexicanos también pueden apostarse de este lado, el tiempo que se requiera.

Puede enviar o dejar ahí a quienes quiera, es su país y es su Ejército. Puede levantar un muro de los metros que le convenga en tanto México revise los linderos nacionales y los límites, para no regalar más territorio en aras de la buena vecindad y la paz internacional.

Lo importante es no dejar, otra vez, las cosas inconclusas. Debemos tener una política migratoria firme, activa, para ambos lados de la frontera. Debemos aplicar una política diplomática constante. Sin requerir discursos “patriotas” como el de ahora, pero sin ir dejando de nuevo mermar nuestra imagen y respeto.

TLCAN

En cuanto al TLCAN, México debe seguir negociando con inteligencia y soberanía. Ningún tratado es elemental si para negociarlo y firmarlo se requiere aguantar desplantes o negociar hincado. Ya deberíamos estar informados de la apertura de mercados emergentes para un comercio internacional, en condiciones dignas y parejas. No un intercambio de te doy y me pegas, de entrego y me agredes. Te rindo pleitesías y me tratas como subordinado.

Aprendamos la lección. México es el único responsable de cuidar su estatus quo internacional. No metiéndose en las vidas ajenas (en asuntos de derecho ajeno), por si y menos a petición de parte, como hemos hecho con Venezuela y Corea, por ejemplo, donde anduvimos defendiendo intereses gringos para luego estar como estamos. Como empleados regañados y maltratados.

Puertas abiertas

No estamos tan urgidos ¿o sí?, para dejar la puerta abierta a jóvenes y viejos que vienen a gastar dólares en cantinas, bares y prostíbulos del país (antros), o a inversionistas con portafolios repletos, que vienen a comprarnos. El derecho de admisión debe estar claro. Visados y revisados. Nadie a alterar el orden nacional para luego regresar a su país a censurar al nuestro.

Cerradas las puertas para nosotros y cerradas para los vecinos, o abiertas, como vaya conviniendo. Trato de iguales y de socios para ellos y de igual categoría y privilegio para nosotros.

Mensaje a los mexicanos

Nunca más discursos a medias, electoreros y nacionalistas innecesarios. Los mexicanos somos patriotas, en general. No necesitamos pleitos con vecinos ni intromisiones de un lado y otro.

Nos dan la información que les conviene y luego cuando hay que pelear ahora sí “un soldado en cada hijo te dio”. Solados en cada hijo para dignificar la patria no para tomar fusiles. Soldado en cada hijo para construir un país cierto y digno, no de ocasión y contestatario.

El gobierno fue electo por nosotros para tenernos al tanto de todo lo que sucede y para actuar congruentemente. Su desempeño es malo y su actitud es de patrón no de empleado. Orden al gobierno y dejar las alarmas apagadas.

¿A qué le temen con los soldados gringos en la frontera, si los nuestros dentro del país están levantándose en armas contra el gobierno; por qué se alarman de que de fuera nos quieran imponer modos si el gobierno mexicano nos impone leyes de seguridad interior que nos someten y coartan libertades?

Congruencia y dignidad continuadas. No reacciones sobreactuadas por debilidad diplomática y servilismo indigno. Gobierno ponte a trabajar y posiciona nuestra idea de nación, día a día. Siempre. Para la corrupción insultante e impón castigos a los ladrones, para corregir la quebrada economía y no depender del humor del acreedor.

¡México creo en ti!

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