“Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis”.
– San Agustín –
La cara de la migración tiene 16 años. Ella es Anne, irónicamente su significado es “aquella con gracia y compasión” huyó de Haití buscando refugio y un nuevo destino. Se separó de su familia en el trayecto a México donde ha pagado un alto precio, lo expresa con lágrimas y desesperación.
Atrapada en Acuña, entre las largas filas humanas que intentan cruzar el río Bravo y la asfixiante humedad y calor de cuarenta grados bajo el puente internacional, sus ojos nos rebelan dolor, angustia, frustración…rabia. Sin dinero y hacinada, espera con ansia ayuda. Una botella de agua, algo que comer, una sombra que la cubra, compañía que cuide de ella. Esta es la historia, la vida de miles de almas que no nos pueden dejar indiferentes.
El sueño americano se transformó en pesadilla. 14 mil migrantes llegaron a “Tierra de la Amistad” al “Puerto del Futuro” ciudad que se distingue por su ADN de brazos abiertos, de solidaridad y de progreso para quienes lo habitan. La región fue sorprendida por las caravanas humanas; ninguna ciudad está preparada para recibir de forma masiva a estos grupos de mujeres, hombres y niños desplazados de sus países de origen por diversos conflictos, pero llegar a Acuña después de la travesía por nuestro país, fue un gran logro.
¡Qué ironía! La indiferencia y crueldad de la policía antiinmigrante en esta “Tierra de la Amistad” fue la noticia en el mundo. La esperanza se agotó de encontrar finalmente un lugar para vivir en paz ¿por qué los tres niveles de gobierno no previeron esta situación?, ¿por qué una reacción tardía después de observar por más de tres semanas transitar autobuses completos al puerto del futuro?, ¿por qué están tan organizadas estas caravanas?, ¿reciben algún patrocinio?
La migración ha acompañado a la humanidad desde su origen, es parte de su naturaleza buscar condiciones de supervivencia y emigra cuando no encuentra lo necesario.
14 mil almas esperan un momento milagroso. Repentinamente el campamento instalado en medio de las dos naciones, se esfuma…de la noche a la mañana desaparece. Fue como un sueño, efímero pero con grandes anhelos.
No todo fue indiferencia, mi reconocimiento a todos aquellos que siguen demostrando que los mexicanos abrimos nuestro corazón a los viajeros; nuestro reconocimiento a quienes desinteresadamente y de forma anónima, tendieron la mano a nuestros hermanos migrantes.
Hoy la suerte de Anne cambió, ya no está en Acuña. Su mirada continúa fija al horizonte, donde el sol es cálido, pero dónde aún predomina el frío de la desigualdad social.
“Es preciso no olvidar que todos somos peregrinus; no somos ciudadanos de esta tierra, sino nuestra ciudadanía está en el cielo” – San Agustín –
LCC. EDGAR GONZÁLEZ ARELLANO
25/09/21