El multimillonario y exalcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, se apresta a sumarse a la contienda por la candidatura del Partido Demócrata a la presidencia, lo que podría sacudir y transformar la contienda primaria y, en su caso, la elección presidencial.
Bloomberg ya había desistido de buscar esa candidatura en marzo pasado, al parecer porque no encontraba viabilidad a su aspiración y porque, se afirma, hallaba aceptable y viable para derrotar a Donald Trump (su objetivo) la candidatura de Joe Biden, entonces amplio puntero en las encuestas.
Bloomberg, que tiene una posición de centro moderado como la de Biden, llegó a afirmar en el pasado que si los candidatos demócratas más progresistas –es decir, Bernie Sanders y Elizabeth Warren– llegasen a dominar la primaria, él entraría al ruedo por su convicción de que el Partido Demócrata sería derrotado por Trump si su candidato fuese un político de izquierda.
Ese escenario luce hoy mucho más plausible que meses atrás. Y aunque muchos están en desacuerdo con la noción de que candidatos progresistas como Sanders y Warren perderían ante Trump, otros han visto con inquietud que el campo demócrata se fracciona cada vez más sin que exista una figura que hasta el momento logre aglutinar a sus militantes y ciudadanos y, sobre todo, ser un contendiente decisivo ante Trump.
Ante esa “debilidad” entre los aspirantes demócratas, al menos desde la perspectiva de Bloomberg, con un Biden en declive y con el auge, aún limitado, del bando progresista (sobre todo de Warren), es que el magnate habría decidido entrar tardíamente a la contienda primaria demócrata.
Su inscripción para aparecer en las boletas en Alabama, estado que tiene una fecha límite de registro muy temprana pese a que no es de los primeros en celebrar elecciones primarias, es el signo de la decisión de Bloomberg de buscar la candidatura presidencial, aunque aún no lo ha anunciado de modo público y formal.
Bloomberg es una figura que, por años, se ha mencionado como un posible contendiente de peso por la presidencia de Estados Unidos. De 77 años de edad, es el fundador y presidente de la empresa de servicios e información financiera Bloomberg, uno de los actores dominantes en ese sector. Su fortuna, de acuerdo a Forbes asciende a 55,500 millones de dólares. Es la novena persona más rica del mundo, 18 veces más acaudalada que Trump (quien, según Forbes, es el magnate número 715 con una fortuna de 3,100 millones de dólares).
De acuerdo a esa revista, Bloomberg ha donado a lo largo de los años cientos de millones de dólares a iniciativas de control de armas de fuego en Estados Unidos y estaría dispuesto a gastar “al menos 500 millones de dólares” de su fortuna “para derrotar a Donald Trump en 2020”.
Fue alcalde de Nueva York de 2002 a 2013, en tres periodos consecutivos, y ha mantenido una posición de centro (aunque demócrata la mayor parte del tiempo, también ha estado registrado en algunos momentos como republicano e independiente). Su posición moderada es de inclinación progresista en algunos ámbitos (por ejemplo el control de armas, la protección del medio ambiente o una apertura en inmigración), pero es mucho más conservador en materia económica y de política exterior.
Durante su gestión en Nueva York impulsó la educación y balanceó el presupuesto, aunque no estuvo exento de críticas y polémicas en esos aspectos.
Su fundación filantrópica, por su parte, es de las más grandes de Estados Unidos y ha apoyado diversas causas. De acuerdo a la revista Chronicles of Philanthropy, tan solo en 2018 Bloomberg donó 767 millones de dólares a iniciativas educativas, artísticas, medioambientales y de salud, entre otras. Es de destacar que, en comparación, la Fundación Trump fue desmantelada por mandato legal a causa de malos manejos de sus fondos y se le multó con dos millones de dólares por ello.
Todo ello, su trayectoria personal, empresarial, política y filantrópica, la imagen de individuo de enorme éxito y con compromiso social, y desde luego los enormes recursos financieros a su disposición para invertir en una campaña, lo hacen una figura de enorme peso y fuerza de gravedad, ciertamente con perspectivas importantes para derrotar a Trump en 2020.
Sobre todo porque Bloomberg es visto como una opción de centro avalada por el establishment que puede atraer apoyos de ambos partidos y de los independientes y con ello comenzar a mitigar la aguda división político-partidaria presente. Si logra la candidatura demócrata y consolida a las fuerzas liberales y progresistas en su favor, más el apoyo del centro moderado, de los independientes afines e, incluso, de moderados conservadores y republicanos desafectos de Trump, el escenario pinta, al menos en hipótesis, como uno de victoria electoral para Bloomberg.
Otros afirman que justo porque Bloomberg ha sido parte del aparato político partidario y de la élite económica es que no sería la figura necesaria para encarar a Trump y resolver los acuciantes problemas nacionales. Y también se señala que aunque ambos son centristas, Bloomberg carece del atractivo de Biden entre las clases trabajadoras y las minorías, o el de Sanders ante los jóvenes, que son indispensables para la viabilidad de cualquier candidato.
Ciertamente todo ello es aún especulativo
Pero desde la perspectiva de Bloomberg, afirman analistas, al atestiguar un alza del ala progresista (que él cree incapaz de vencer a Trump) y un agudo declive de Biden (la opción de centro) tanto en las preferencias como en su recaudación de campaña, el magnate habría cambiado de parecer y decidido buscar la candidatura presidencial demócrata. Eso sugiere que él está convencido no solo de que puede ser el abanderado demócrata, superando al resto de los aspirantes, sino que puede vencer a Donald Trump.
Una reciente encuesta de The New York Times levantada en los estados que presumiblemente serán decisivos en los comicios de 2020 sería, en ese contexto, indicativo de los motivos de Bloomberg.
En ella, Biden está empatado o ligeramente arriba de Trump (dentro del margen de error) en Pennsylvania, Wisconsin y Florida, mientras que Sanders supera por un margen muy pequeño al presidente en Michigan, Pennsylvania y Wisconsin. Warren está empatada o detrás de Trump en cinco de los seis estados analizados y solo lo supera por poco (también dentro del margen de error) en Arizona.
Eso señala que en los estados clave, Trump es muy competitivo y si bien Biden (el centrista) es el que mejor posicionado luce para vencerlo, en la primaria demócrata su posición se ha estado deteriorando, a riesgo de que podría perder la candidatura ante Warren o Sanders. En la primaria de Iowa, de sustancial simbolismo al ser la que abre el calendario electoral de 2020, Biden está en cuarto sitio en las encuestas con apenas 15.5%, de acuerdo al compendio de RealClearPolitics. Lo superan Warren (21.8%), Pete Buttigieg (17.5%) y Sanders (15.8%). En New Hampshire, otro estado primerizo en la primaria, se da un caso similar, con Warren (25%) superando a Biden (21%), con Sanders muy cerca (20%).
Si se considera, además, que Biden ha estado en continuo declive y que la citada fragmentación, al menos hasta el momento, provoca que no haya a un aspirante demócrata que pueda ser considerado hegemónico el escenario sería propicio para Bloomberg.
Él, se concluye, busca recoger el voto centrista que se le ha diluido a Biden, atraer a sectores liberales y progresistas y construir con ello la candidatura moderada que, en su lógica, es la que realmente puede vencer a Trump. La apuesta de que, ante la erosión y los escándalos trumpistas, Bloomberg podría atraer a los moderados republicanos y a los conservadores tradicionales mucho más que la izquierda demócrata apuntala esa noción.
Sus muchos millones de dólares son desde luego un acicate para ello, pese a que su tardía entrada a la contienda lo coloca en relativa desventaja en cuanto a organización de campo.
Si Bloomberg finalmente entra a la campaña (no es claro, con todo, si podrá participar en los dos próximos debates demócratas antes de las primarias) ciertamente sacudirá la contienda y, si captura importantes reflectores será una figura de peso que, ciertamente, inquietará a Trump (afectado por su proceso de impeachment y otros escándalos), aunque el presidente, por el momento, opte por minimizarlo y cuente a su favor con ingentes recursos de campaña, prácticamente todo el aparato republicano y grupos de militantes muy activos.
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