La polarización y el ruido existente en el medio político nacional nos hace estar semi-hipnotizados y distraídos de lo que es verdaderamente relevante con relación a quienes gobiernan y quienes quisieran gobernar a México en 2024. El partido que tiene el poder y los que dicen merecer regresar a gobernar, han sido capaces de arrinconar al ciudadano y hacerle creer que el país no tiene más que dos sopas en el menú (ambas mal servidas, sin sabor y poco nutritivas): 1) seguir escarbando un pozo más profundo con Morena; 2) rogar por una alianza (capirotada de partidos) de quienes, con sus errores, corrupción, políticas fallidas y décadas de malos resultados, sentaron las bases para entregar el poder a AMLO y su grupo. Dos opciones que se alinean y pactan todo el tiempo, porque lo que realmente buscan es el interés del grupo, el posicionarse y seguir viviendo de hacer como que hacen. El PAN persigue al PRI, el PRI se alinea con Morena y coquetea con quien le convenga (casi convertido en una especie de Partido Verde) para no buscar más que la subsistencia de la licencia para robar que cree la Revolución les otorgó.
A veces pienso que México puede ser uno de los terrenos más fértiles para experimentos sociales de términos y fábulas como el Síndrome Estocolmo (simpatía por tus secuestradores), la rana en agua que va a hervir (y que al hervir no salta), o bien de la rana que carga al escorpión a través del río (siempre acaba muerta a medio río). Simplemente no queremos darnos cuenta y aceptar lo obvio: si seguimos haciendo lo mismo (eligiendo a los de siempre que no harán más que lo de siempre) obtendremos los mismos resultados. Por más que queramos pintar un panorama optimista y halagador de los casi 40 años previos a la 4T, es indispensable que cada mexicano se convenza de que, comparado a países similares que han sido relativamente exitosos desde los 80’s, México se quedó atrás en crecimiento, desarrollo, nivel de vida e ingreso, educación, niveles de pobreza, corrupción, transparencia y estado de derecho. Debemos ser capaces de entender que quitarle la pala al que hoy cava un pozo profundo NO es un plan de gobierno ni una estrategia para transformar a un país, menos si quien se la quita solo es capaz de usar un azadón e incapaz de ejercer la más mínima y sincera autocrítica que le permita definir una portada o bosquejo de propuesta novedosa.
Los ciudadanos podemos y debemos aspirar a tener una mejor opción que a los de la pala y los del azadón, ya que ellos han demostrado, los últimos 4 y 40 años, que NO quieren, saben o pueden sentar bases para un México que en el año 2050 sea capaz de voltear hacia 2024 y sentirse orgulloso de haber dado un golpe de timón, de haber apoyado, construido y elegido una vía distinta a las que parecían obvias. Una vía optimista y posible, honesta y fresca; de propuestas distintas que arrojen resultados distintos y mejores; liderada por un (o una) mexicano joven que sea capaz de reconocer y usar sus cualidades, experiencia y capacidades, pero también, y aún más importante, de entender sus limitantes y aceptar rodearse de mexicanos excepcionales que le ayuden a dibujar y ejecutar una nueva visión de país, basada en el trabajo en equipo y en el orgullo y tenacidad de los mexicanos que buscan el bien común como objetivo primordial.
Evitemos seguir pensando en esas dos sopas ensalzando a una 4T que ha fracasado o empujando una alianza de partidos que no tiene posibilidades de ganar, y que de consolidarse no cuenta hoy con UNA sola propuesta que no sea quitar al de la pala para ponerlos a ellos (los de los azadones). Urge cambiar la fórmula y la inercia perdedora y mediocre establecida durante los últimos 4 y 40 años que ve a los pobres como carne de cañón, a la clase media y a las PYMES como una incomodidad y al 0.001% como sus socios confiables e intocables.
Un México 2050+ que revierta 4 y 40 años de rezago y de tumbos es posible si empezamos hoy y si los ciudadanos nos damos cuenta de que apostar por esa opción fresca y honesta no implica mucho más riesgo del que ya existe y sí es una posible luz al final del túnel en el que nos metieron los de las palas y los azadones. No empezar hoy abre la puerta para que, como ha advertido Nick Hanauer, las mayorías se armen de tridentes u horcas. No aspirar a algo mejor que las palas y los azadones es sentenciar a este maravilloso país a más décadas de progreso pospuesto, de pobreza rampante, de miseria de metas e ideales, a más generaciones perdidas a manos de la ineptitud y la avaricia de políticos sin resultados. ¡Sí podemos construir HOY una opción realmente transformadora! ¿Te apuntarías?