En estos tiempos de polarización, en que todo se reduce a dos bandos totalmente opuestos, es interesante ver la reacción que las personas tienen cuando se les presenta un análisis, estadística u opinión que pinta con la misma brocha a gobernantes de hoy y de antes, a los del PRI, del PAN o de MORENA. Es como si algo hiciera corto circuito porque uno se atreve a señalar, con números o datos duros, la ineficacia que ha imperado en ciertos temas sin importar qué presidente o qué partido haya estado en el poder. Lo hemos platicado antes aquí, las cajas o cámaras de resonancia o eco, son aquellas en las que a muchos nos gusta estar y que consisten en estar rodeados de gente que opina y piensa muy similar (muchas veces igual) que nosotros sobre los temas de actualidad. Atreverse a opinar un poco distinto significa, casi, la expulsión del grupo o ser señalado como traidor, polarizador, enemigo o loco. En México, las cámaras de eco se han establecido muy marcadamente entre los que están totalmente a favor y quienes están totalmente en contra de la 4T y del presidente López Obrador. Estar en algún punto medio es ser un ciudadano exótico. Si estás con los pro-4T y te atreves a criticar algo del gobierno o presidente actual (como la ridícula militarización o sus obras faraónicas con sobrecostos astronómicos), serás señalado e insultado; serás un “enemigo del movimiento”. Si eres un anti-Peje y te atreves a señalar un punto positivo sobre su gestión (como la disciplina fiscal o que no ha subido impuestos), inmediatamente serás relegado a las orillas del grupo y tratado como leproso, te convertirás en el Chairo del grupo. Eso es, hasta cierto punto, normal, aunque no deseable. Lo interesante viene cuando al mismo tiempo te atreves a señalar un defecto del gobierno actual que también ha estado presente en los tres gobiernos anteriores. Quienes te leen o escuchan no saben cómo actuar. Es como si su programación no permitiera ver tonos de gris y solamente operara en blanco y negro. Saben que contestar u opinar sobre datos duros, que muestran sus filias alineadas con sus fobias, los pone en fuera de lugar, en un lugar de la “matrix” donde la programación no funciona.
Esta semana, a propósito de una estadística sorprendente de generación de empleos en Estados Unidos, se me ocurrió investigar un poco sobre la creación de empleos en México y cómo los ha venido reportando el IMSS y la (siempre odiosa) comparación contra el vecino país del norte. Aquí les pido paciencia para navegar las cifras siguientes. En enero de este año, la economía de Estados Unidos generó 517 mil empleos, cifra que sorprendió a los mercados por ser mucho más alta a la esperada, especialmente en un ambiente en el que la Reserva Federal ha subido tasas de interés para tratar de reducir el ritmo de crecimiento de la economía a través de una reducción de la demanda. Al ver ese dato, me propuse averiguar cómo se ha comportado esa estadística de creación de empleo formal en el vecino país y me sorprendió ver que en los últimos 13 meses se crearon poco más de 5 millones de empleos, mientras que en ese mismo período México generó poco más de 864 mil, que por cierto no es un número nada malo, comparado a los promedios históricos. Si consideramos los sexenios de Fox, Calderón y Peña, podemos ver que durante sus gobiernos se generaron un promedio de 206 mil, 397 mil y 669 mil empleos por año. En los 4 años de AMLO, incluyendo el desastroso 2020 de pandemia, se han creado 323 mil por año en promedio, incluyendo niveles récord de 846 mil y 752 mil en 2021 y 2022. Históricamente, se considera que México debería generar cerca de 1 millón de empleos por año para absorber la demanda de quienes se integran a la población económicamente activa. Sin embargo, en los 22 años desde Fox hasta el cuarto año de AMLO, México ha generado menos de 9 millones, creando un déficit de cerca de 13 millones de puestos de trabajo. El déficit de empleos formales ha sido absorbido por la informalidad y el subempleo. Hoy, el 55% de quienes el INEGI considera empleados están en la informalidad (con Calderón eran 58% y Peña lo dejó en 57%) y por eso se atreven a presumir una tasa de “desempleo” de 2.8%, supuestamente menor (aunque no comparable) al 3.4% de los vecinos. Además de la dificultad para crear empleos, bajo cualquier partido o presidente, la economía mexicana adolece de un problema, tal vez más grave, en el bajo salario promedio diario que esos empleos cobran. Mientras que en Estados Unidos el salario diario promedia casi $4,000 pesos, en México no llega ni a $500 pesos. Es decir, unos $25 dólares por hora allá, contra unos $3.3 dólares acá.
Y así es como gente en redes sociales se confunde. Cuando compartí una tabla y notas sobre estos números, hubo quien se atrevió a decir que estamos mejor que Estados Unidos por la tasa menor de desempleo; o quien aseguraba que no se debía comparar nunca a Estados Unidos y a México, mejor como avestruces con la cabeza bajo tierra.