Llegan las fechas, se agotan los tiempos. El primero de septiembre se ha escogido como la “fecha idónea” para celebrar los informes presidenciales. Y digo celebrar, aun debiendo decir; rendir. Pero es más el día del presidente que una irrenunciable ocasión de enfrentarse al pueblo elector y rendirle cuentas: del mando, de los hierros y de los resultados. Debiera informarse en diciembre, al cabo íntegro del ciclo anual.
Obligado también es que se de cuentas sujetas a la planeación estratégica comprometida. Nunca una lista de logros y de proyectos inconclusos ni menos sueltos. Siempre, sí, un avance real en el cumplimiento de los objetivos comprometidos en el Plan Nacional de Desarrollo, el cumplimento de metas, y todo ello, sujeto a la evaluación del desempeño de los servidores públicos, mediante indicadores del desempeño (indicadores cruzados de eficacia y eficiencia, programáticas y especiales; sectoriales, etc.).
¿Cómo empezar un Informe?, empezar por recordar los objeticos y metas de largo plazo, luego el avance del año en el cumplimento de ellos, partiendo del punto exacto en que se quedó el informe del ciclo anual anterior. El avance deberá rendirse por sector, por entidad, por proyecto global. Obligado es cerrar círculos, sin divagar. En cada caso, explicar a detalle, cómo se cumplirán, la misión y visión planteadas, al término del tiempo constitucional, y partiendo de lo logrado en esos años rendidos.
Se que es simple lo que explico, hasta mediocre, pero esta simple ejemplificación mecánica, NO SE CUMPLE., no se sigue. La planeación es una extraña especie, en extinción. El bote pronto, las ideas iluminadas y el humor institucional, son la prioridad. Entiéndase la prioridad como “los azos” (periodicazos, telefonazos, decretazos, Obamazos, etc.). La prioridad vigente es…, la de la última junta, la de la última llamada; la de la última orden. Y las ordenes son jerárquicas, y la estructura es piramidal y los jefes abundan. Y el todo; es monolítico.
Tantas cuentas por rendir, tanto maquillaje que usarán. Cuanto ha quedado a deber esta administración peñista, tanto ofrecido y tan poco cumplido.
La calificación es reprobatoria para el presidente Enrique Peña Nieto y para su equipo en el gabinete legal y el ampliado, amplísimos ambos. No se logran los indicadores macroeconómicos que le dejaron planchados los expresidentes albiazules. No se cumplen los indicadores microeconómicos, la pobreza avanza y la extrema se radicaliza. La clase media aguanta estoica (la carga impositiva y los embates desde el gobierno). El peso se deprecia, la inflación sube, el petróleo se cotiza bajo y los salarios son tan mínimos que violan los derechos humanos. Pemex y CFE se abren a la inversion extranjera y privada, pero importamos gasolinas y tecnologías, aumentamos el costo de los energéticos y no refinamos.
La delincuencia se pacta un día y se desborda el otro, el compromiso con la seguridad está reprobado. No hay guerra y hay tantos muertos como en batallas vecinas y en guerrillas propias. El mando único debiera ser federal no estatal. Los gobernadores hacen y deshacen, pactan y toman el control de las policías municipales, para en tantos casos, entregarlas al cártel local.
El desarrollo social no se atina a bajar a la gente. Se politiza, se partidiza, se usa y chantajea. “Los líderes” siguen acaparado los apoyos sociales del gobierno, entregándolos a su gente o comerciándolos al mejor postor, en la mejor ocasión. Los delegados federales son oficinas de los gobernadores y son “bodegas de apoyos” para usarse en las campañas locales. La gasolina y los energéticos son formas inteligentes de hacer llegar apoyos a toda la gente, sin intermediarios gananciosos, y en vez de moderarlos, se encarecen indiscriminadamente, insensiblemente, para medio componer el desbalance financiero.
La infraestructura social (escuelas, hospitales, caminos rurales, carreteras, áreas deportivas, etc.) y las obras públicas, no resuelven la demanda ni el rezago. No son usadas con estrategia para promover empleo temporal , derrama local y fortaleza empresarial y comercial, a Pymes. Son además, evidencias de preferencias a proveedores y contratistas cercanos al poder, en algunos casos, donde se adquieren propiedades de esas mismas firmas, por funcionarios del primer circulo, incluso por el mandatario.
El campo tiene hambre y sed, se cuida la seguridad alimentaria (meta conveniente y justa), pero se olvidan de los ejidos y comunidades alejadas, estas son solo buenas para la foto con sombrero. La emigración entonces, del campesino abandonado a su suerte por su indolente gobierno, forma nuevos cinturones de pobreza en las periferias urbanas. Nada descubrimos en este análisis (lo sé bien), pero no son ni por asomo, pruebas superadas, son por el contrario, infames rezagos ancestrales y ciclos que se cumplen, a sabiendas.
Las oposiciones al régimen se radicalizan. Y descalifican todo, y hacen mofa y debilitan al gobierno y desacreditan al país. Pero esto ¿se lo ha ganado quien abandona su propósito fundamental y transita por los negocios y las corruptelas, mermando su moral política y personal?
Trump viene a México hoy, lo invitó el presidente, en medio de su Informe. ¿Es acaso parte de una estrategia distractora, es quizás mal cálculo personal o de sus desorientados asesores, es afrenta revanchista para un pueblo regañón; obedece a presiones indecibles?, no lo sé, pero es mala idea. Este señor (que puede ser presidente de los EEUU), es un gañan, enemigo de los mexicanos.
Lejos está el gobierno de ser la mitad de las expectativas generadas por su artificial campaña, muy lejos de cumplir lo prometido y, a años luz de ser lo que la sociedad demanda, en las circunstancias que corren. Dos años restan a la administración de EPN; y la elección presidencial de por medio en 2018 (que distrae y asusta), no son augurio amable. La alternancia de regreso es casi certeza política, pero no significa, esperanza social.