Tu carta recibí, sabe Dios cuándo,
y á entenderla llegué, sabe Dios cómo;
me has dado un palizón de tomo y lomo
de esos que al más cerril dejan temblando.
¡Cuánto lo habrás venido meditando!
¡Qué estudiar en un tomo y otro tomo!
¡Qué fino aquello de llamarme romo,
hipócrita, gandul y hasta nefando!
Sigue por esa senda; luce el brío;
procura que la ciencia no te empache,
y sángrala como se sangra un río.
¡No he de ser yo quien tus renglones tache;
pero para otra vez, amigo mío,
no me escribas oróscopo sin hache!