España se convertirá en el primer país de Europa en introducir un ingreso básico universal (IBU) a largo plazo.
El Ministro de Asuntos Económicos de España anunció planes para desplegar el apoyo “lo antes posible“, con el objetivo de proporcionar un salario básico nacional que apoye a los ciudadanos “por siempre“. Guy Standing, profesor de investigación en la Universidad de Londres, le dijo a la cadena CNBC que no había perspectivas de una reactivación económica mundial sin un ingreso básico universal. “Es casi obvio, vamos a tener que efectuar algún tipo de sistema de ingresos básicos tarde o temprano…”. En México, el gobierno le llama “becas” y la población necesita de ese recurso para sortear el cierre económico a consecuencia de la pandemia que sufre el mundo. No hay excusa, ni ninguna una objeción válida para proporcionar una red de seguridad económica para las personas de México.
¿En dónde encontrará el gobierno de México? Lo puede encontrar el mismo lugar donde, en los Estados Unidos, acaban de encontrar más de $ 5 billones de dólares para su plan de ayuda para la oxigenación de su economía: Su banco central puede imprimirlo.
Estamos hablando de “dinero helicóptero“, es decir es dinero que es simplemente emitido por el banco central e inyectado en la economía, se puede usar de muchas maneras; en la construcción de infraestructura, en capitalizar una infraestructura nacional o un banco de desarrollo, en proporcionar matrícula universitaria estatal gratuita o financiar seguridad médica, seguridad social, o en las “becas”. En la crisis actual, en la que el cierre ordenado por el gobierno ha dejado a los hogares y a los pequeños negocios en una situación de vulnerabilidad extrema, un ingreso básico para TODOS parece la forma más directa y eficiente de llevar dinero a los habitantes del país. Los críticos argumentan que sólo desencadenará inflación y la paridad del peso se vería afectada; nada puede estar tan fuera de la realidad; ahora explico cómo y por qué un ingreso para todos, financiado por el banco central puede funcionar sin erosionar al peso.
En un sistema basado en deuda, la economía de consumo está, continuamente, escasa de dinero.
Primero, algunos conceptos básicos del dinero moderno. No tenemos un sistema monetario fijo y estable, tenemos un sistema de crédito en el cual los bancos crean y destruyen dinero todos los días. El dinero se crea como un depósito cuando el banco hace un préstamo y se extingue cuando se paga el préstamo; cuando se crean menos préstamos de los que se pagan, la oferta monetaria se reduce desencadenando una recesión económica. El término “dinero helicóptero” fue acuñado para describir la cura para ese síndrome tan dañino; fue el economista Milton Friedman quien dijo que era fácil curar una deflación: “simplemente imprima dinero y láncelo desde helicópteros sobre la gente”.
Nuestra oferta monetaria se encuentra en un estado crónico de deflación, debido a la forma en que el dinero se origina. Los bancos crean el capital pero no el interés necesario para que se paguen sus préstamos, por lo que siempre se debe más dinero del que se creó en los préstamos originales, es decir, la deuda siempre crece más rápido que la oferta monetaria.
Cuando la carga de la deuda crece tanto que los prestatarios no pueden asumir más deuda, la gente o los negocios pagan préstamos ya adquiridos sin sacar otros nuevos y la oferta monetaria se contrae o se desinfla. Los críticos de esta teoría del “virus de la deuda” dicen que la brecha entre la deuda y el dinero disponible para pagarlas se puede llenar a través de la “velocidad del dinero“. Las deudas se van pagando y si los pagos recibidos colectivamente por los prestamistas se gastasen nuevamente en la economía, estarían disponibles colectivamente para los deudores para pagar sus próximos saldos mensuales. La falla en este argumento es que el dinero creado como un préstamo se extingue en el pago y no está disponible para gastarse nuevamente en la economía. El pago pone en ceros el débito por el cual fue creado, y el dinero simplemente desaparece. Otro problema con el argumento de la “velocidad del dinero” es que los prestamistas generalmente no gastan sus ganancias en la economía de consumo. De hecho, tenemos dos economías: la economía del consumidor/productor donde se producen y comercializan los bienes y servicios; y la economía “especulativa” donde el dinero persigue “rendimientos” sin producir nuevos bienes y servicios. La economía bursátil es esencialmente un parásito de la economía real y contiene la mayor parte del dinero que existe en el sistema. Así es como los bancos manipulan rutinariamente la oferta monetaria para apuntalar los mercados financieros. Eso significa que los propietarios e inversionistas corporativos pueden ganar más y más dinero en la economía financiera que invirtiendo en trabajadores y equipos. Los banqueros, así como los inversionistas y otros “ahorradores” ponen su dinero en acciones y bonos, lo esconden en paraísos fiscales extraterritoriales, lo envían al extranjero o simplemente lo guardan en efectivo. A fines de 2018, las corporaciones estadounidenses tenían $1.7 billones en efectivo y el 70% de los billetes de $100 se tenían en el extranjero. Mientras tanto, la economía del productor/consumidor se queda sin suficiente inversión.
¿Cuál recuperación puede haber así? El PIB se mantiene muy por debajo de la tendencia a largo plazo, así como por debajo del nivel previsto por los pronosticadores desde hace una década. En 2016, el PIB real percápita fue 10% inferior al pronóstico de 2006 por parte de los organismos calificadores y, por ahora, no muestra signos de regresar al nivel previsto. La explicación más viable para este mediocre crecimiento es que la demanda fue la inadecuada; los salarios estaban estancados y que antes de que los productores produjeran, necesitarían que los clientes hicieran sus pedidos. Durante esa década, como ahora, no hay demanda porque no hay dinero en el sistema.
En la antigua Mesopotamia, la brecha entre la deuda y el dinero disponible para pagarla se corrigió con constantes “jubileos” de deuda, se condonaban los préstamos y se volvía a empezar; hoy los prestamistas no son reyes ni templos. Son banqueros privados que no participan en la condonación de la deuda porque su mandato es maximizar las ganancias de los accionistas, y porque al hacerlo se arriesgarían a la insolvencia. La otra forma de evitar la brecha de la deuda, es llenando ese hueco con inyecciones regulares de nuevo dinero libre de deudas.
¿Cuánto dinero se necesita inyectar para estabilizar la oferta monetaria?
Dinero directo del “banco a su mesa”
El cierre obligatorio del coronavirus ha agravado la crisis de los créditos, sin embargo, la economía estaba sufriendo una acumulación de deuda sin precedentes desde mucho antes. Una inyección directa de dinero comprimiría la brecha entre la deuda del consumidor y el dinero disponible para pagarla; existen brechas equivalentes para la deuda comercial, la deuda federal, la deuda estatal y la municipal, lo que deja bastante espacio para que el de “dinero helicóptero” alivie la deflación antes que se convierta en inflación. En cuanto a la brecha de la deuda del consumidor, en 2019 el 80% de los hogares tuvieron que pedir prestado para cubrir sus gastos. Para abril de 2019, aproximadamente un tercio de los préstamos personales y de automóviles estaban a punto de no poder ser pagados o ya habían caído en mora. El resultado fue una ola creciente de quiebras personales, bancarrotas y falta de circulante. En otras palabras, la brecha entre el ingreso real disponible anual y el costo de la vida era de más que la capacidad de liquides y endeudamiento juntas. Supongamos que una beca del gobierno caiga directamente en las cuentas bancarias de todos en México, también supongamos que el 80% de los receptores que ahora usan su crédito para cubrir los gastos usaran el dinero para pagar sus deudas de consumo (tarjetas de crédito, facturas médicas, etc.), ese dinero anularía las deudas y desaparecería; es más, como protección a la economía familiar pudiera ser una condición para recibir el recurso el que fueran destinados para pago de deuda. El otro 20% de los beneficiarios, que no necesitan pedir prestado para cubrir los gastos, no necesitarían sus dividendos nacionales para ese propósito; la mayoría lo ahorraría, lo invertiría en mercados no de consumo o lo circularía en la economía regional gastándolo en bienes y servicios de consumo que ayudaría a llenar la brecha entre el PIB real y el potencial, permitiendo que la oferta aumente con la demanda, manteniendo los precios estables. El resultado final no sería un aumento neto en el índice de precios al consumidor, es decir, no hubiera inflación.
El cierre económico actual necesariamente resultará en escasez y lo más seguro es que los precios de los productos se inflen; pero no será el resultado de la inflación de “demanda /atracción” provocada por el dinero helicóptero. Será una inflación de “costo/empuje” por el cierre de fábricas, interrupciones en el suministro y mayores costos comerciales.
Los críticos de este tipo de medida, las inyecciones de dinero del banco central, señalan como ejemplos las notorias hiperinflaciones de la historia: en Weimar, Alemania, Zimbabue, Venezuela, etc. Sin embargo, estos desastres no fueron causados por la impresión de dinero del gobierno para estimular la economía. Según el profesor Michael Hudson, quien ha estudiado la cuestión extensamente, “toda hiperinflación en la historia ha sido causada por el servicio de la deuda externa que colapsó el tipo de cambio. El problema casi siempre ha sido consecuencia de las tensiones de divisas, no del gasto interno“. En ese sentido aplaudo la decisión del presidente de México en no adquirir deuda en el extranjero hasta que la economía doméstica se estabilice.
Para ejemplos contemporáneos de gobiernos que inyectan dinero nuevo para financiar el crecimiento interno, podemos mirar a China y Japón. En las últimas dos décadas, el suministro de dinero de China creció de 11 billones de yuanes a 194 billones de yuanes, un aumento de casi 1,800%. Sin embargo, la tasa de inflación promedio de su índice de precios al consumidor oscilaba entre 2% y 3% durante ese período. La avalancha de dinero inyectado en la economía no desencadenó una crisis inflacionaria porque el PIB de China creció al mismo ritmo, lo que permitió que la oferta y la demanda aumentaran juntas. Otro factor fue la propensión china a ahorrar. A medida que aumentaron los ingresos, disminuyó el porcentaje de ingresos gastados en bienes y servicios. Aprendieron a vivir con lo mismo gasto, ahorrando el diferencial.
En Japón, los programas de estímulo masivo llamados “Abenomics” se han financiado mediante la compra de bonos por parte del banco central japonés. El Banco de Japón ahora ha “monetizado” casi la mitad de la deuda del gobierno, inyectando dinero nuevo en la economía mediante la compra de bonos del gobierno con yenes creados en los libros del banco y la tasa de inflación de Japón se mantiene obstinadamente por debajo del objetivo del 2% del Banco de Japón. En Japón la deflación sigue siendo una preocupación mayor que la inflación, a pesar de la monetización de deuda sin precedentes por parte de su banco central. Si el Banco de México hiciera eso, sería dueño de $ 12 billones en bonos del gobierno de México, sin tener que incurrir en una emisión de bonos en el mercado internacional que vulneraría la paridad cambiaria del peso frente al dólar.
“A sordos y ciegos hacen testigos el dinero”
Los críticos advierten que las becas para todos nos llevaría al totalitarismo o la creación de una sociedad adicta al dinero regalado; no necesariamente. Los apoyos generalizados no hacen que las personas dependan del gobierno, es solo un ingreso suplementario, similar a los dividendos que los inversionistas obtienen de sus acciones. Numerosos estudios han demostrado que un ingreso básico no hace que las personas sean flojas, al contrario, se vuelven más productivos que sin el recurso. Tampoco significa que se elimine el efectivo, hoy en día más del 90% de la oferta monetaria ya es digital. Los pagos de las becas pueden distribuirse digitalmente sin cambiar el sistema que tenemos. Un ingreso básico universal puede cumplir los objetivos tanto de la política fiscal, proporcionando una red de seguridad vital para los ciudadanos en tiempos desesperados, así como los de la política monetaria, al estabilizar la oferta monetaria. La economía del consumidor/productor realmente necesita inyecciones regulares de dinero helicóptero para mantenerse sostenible, estimular la productividad económica y evitar recesiones deflacionarias.
En México los empresarios están demandando del presidente apoyos para solventar la crisis, la receta para las Pymes, las micro empresas y las personas en general está dicha; a las “grandes corporaciones” se les puede ayudar de la misma manera y hasta pudiera el estado ampliar su base recaudatoria. Las grandes empresas pueden ser “rescatadas” por el estado mediante préstamos del Banco de México; dichos prestamos podrían ser titulizados por el banco central mexicano como garantía contra los apoyos como se hizo en los Estados Unidos con el rescate de General Motors. En otras palabras, supongamos que Bimbo necesita $10 millones de dólares para subsistir la crisis del COVID19, Bimbo tendría que garantizar ese apoyo mediante la emisión de títulos por el monto del crédito (tal y como un pequeño empresario tiene que gravar sus bienes cuando pide un crédito a un banco) en el acuerdo se incluiría un seguro de protección cambiaria para proteger la deuda que no es en moneda nacional y una cláusula de congelamiento de recompras de acciones y dividendos a nivel mundial para garantizar que el dinero se use para producir y que fluya en la economía consumidor/productor. El Banco de México le devolvería los títulos cuando Bimbo vuelva a la normalidad y todos contentos.
“ Si se desigualó el sembrado, por San Isidro estará igualado.”
Se me ocurre que al presidente se le pueda ocurrir que, en el caso hipotético de Bimbo, el Banco de México le pediría “pagarés” por los $10 millones que mencionamos, más cualquier adeudo que Bimbo pudiera tener con el SAT, así el gobierno “rescata” a la empresa de una manera sana y al mismo tiempo se pone al corriente con la cartera vencida del SAT. Lo mismo con todos esos grandes consorcios mexicanos que necesiten ayuda con su liquidez.
Las economías funcionan con gasto y es necesario que el intercambio fluya de manera constante, el dinero es solo el papelito con el que nos hemos puesto de acuerdo para lograr ese intercambio; lo único que lo respalda es la confianza de la gente y puede ser creado o destruido como mejor sea conveniente para el bienestar de todos; desde esta colaboración le hago un llamado al gobierno federal para que actúe con prontitud; la austeridad republicana tiene todo que ver con que los recursos de la nación sean utilizados de manera eficiente y constante en beneficio de país.
Señor presidente: ¡Ábrale a la llave!
TODO COMIENZA EN UNO.
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