Hay personas que son la base de nuestra vida, esas maravillosas almas que representan una parte importante de lo que somos. Son las que nos ayudan a formar nuestro carácter y se convierten en nuestro hogar.
Los abuelos simbolizan esa parte, sacan lo mejor de nosotros en todo sentido, representan nuestras emociones y sentimientos en su máxima intensidad. Son nuestros cómplices de la vida, los que nunca nos van a juzgar y que con un abrazo nos dan paz. Los abuelos son nuestros generadores de recuerdos felices, todas las historias que tenemos con ellos están repletas de giros, sonrisas, travesuras y mucho amor.
Los abuelos nos enseñan a tener paciencia, hacen que nuestra comunicación sea más emocional, nos corrigen de una manera diferente a nuestros padres y nos ayudan a ser más críticos con respecto a la vida.
Ante una situación de crisis e inestabilidad familiar son ellos el apoyo emocional que necesitamos, se convierten en una roca y son indispensables para ayudarnos a superar cualquier tipo de desvinculación familiar como puede ser una separación o la muerte de uno de nuestros padres.
Los abuelos dejan una huella en el corazón que es imborrable y perdura en el tiempo, ellos transmiten sus historias y logran vivir para siempre, aunque no estén, en la mente de sus nietos. Son ellos luego los que se encargan de contar todo aquello que vivieron y aprendieron con ellos.
Los abuelos tienen la magia de solo ver lo bueno en nosotros, es como si para ellos no existiera criatura más maravillosa y aunque sabemos la cantidad de defectos, errores y malos hábitos que tenemos, todo ese lado oscuro desaparece con ellos. Hacen que, como ellos, creamos que somos los mejores del mundo y esto nos empuja a serlo.