El doctor Rodolfo Garza Gutiérrez y su esposa Gloria Tobón me han distinguido con su amistad desde hace muchos años. Hemos participado en varios movimientos sociales por los derechos humanos y ciudadanos. Hace algunos meses Rodolfo me regaló un libro que contiene su autobiografía, el que se titula: Viaje en el tiempo. Crónicas autobiográficas. Es un texto de 421 páginas en las que relata su vida, desde sus orígenes familiares hasta los tiempos actuales, por ello elegí el título de esta columna. Por supuesto el libro se inicia con una reflexión concienzuda en la que el autor describe las que considera que son las razones para las que ha vivido, sopesa cómo la vida lo ha moldeado, los resultados de las decisiones que ha tomado y a quienes han afectado, en parte es una forma un tanto filosófica-existencial de calibrar las etapas vividas, lo aprendido, las posibles equivocaciones, sus efectos y consecuencias.
Además de sus primeros años de vida y sus vivencias familiares aborda sus estudios universitarios de maestría en la Universidad de Cornell, en Ithaca, Nueva York en los Estados Unidos, en donde estudió la maestría en Pomología-estudio de los árboles frutales y las técnicas de cultivo con semillas: ahí experimentó la discriminación racial implacable hacia los estudiantes afroamericanos y la lucha de ellos por su sobrevivencia digna, fueron vivencias muy fuertes, de gran tensión y su conclusión sobre el tema fue que el color de la piel no importa, lo hay que defender es la fraternidad de la humanidad.
Posteriormente -ya casado con Gloria Tobón, colombiana ella- emigraron a Israel a fin de especializarse en el campo de la fruticultura y dar continuidad a sus investigaciones de la maestría. Sabían del conflicto de la guerra Árabe-Israelí, aún así, ya con dos hijos y también con la meta de que Gloria continuara sus estudios sobre el tratamiento y conservación del agua, lo cual fue posible y se instalaron allá. En ese entonces, la ilustre chapaneca Rosario Castellanos era la embajadora en Israel, los Garza-Tobón forjaron una gran amistad con ella quien murió por accidente electrocutada al intentar instalar una lámpara en su hogar. Aunque en Israel pasaron grandes carencias y angustias en parte por los conflictos bélicos-raciales, no obstante, lograron sus objetivos académicos.
En su regreso a México, Garza Gutiérrez inició su trabajo profesional como docente en el Colegio de Posgraduados de la Universidad de Chapingo, aunque volvió a Saltillo para desempeñarse como investigador en el Centro de Investigación en Química Aplicada y como profesor de la UAAAN; fue Director de Ecología durante el gobierno de Rogelio Montemayor y desempeñó un destacado programa en defensa de los ecosistemas que incluyó la eliminación del ácido sulfúrico en AHMSA, el Decreto de Cuatrociénegas y la clausura de Proyeso, entre otros, Rodolfo evalúa su tránsito por el gobierno de Montemayor como positivo porque comprobó que se pueden hacer cambios si se cuenta con autoridad, conocimientos y voluntad de actuar positivamente.
El doctor Garza se involucró en las luchas ciudadanas; en 1992 se fundó en Saltillo la Asamblea Ciudadana Coahuilense, con el objetivo de mejorar la calidad de los servicios públicos y con ellos la vida de los saltillenses, formó parte de la Alianza Cívica que se proponía, trabajar en contra de los fraudes electorales como el de 1988 y por elecciones en las que el voto contara y se contaran, formó parte como Consejero Electoral Distrital del IFE. Es socio fundador de la Asociación de Usuarios del Agua de Saltillo (AUAS.AC.) con su esposa Gloria y otros saltillenses interesados en el cuidado y la equidad de la distribución del agua de la ciudad y estuvo al menos en 7 organizaciones más en defensa de los derechos civiles, políticos y humanos. Además, fue candidato a alcalde de Saltillo por el partido Morena y miembro del Cabildo de la administración municipal pasada.
Rodolfo fue absolutamente solidario con el Padre Pedro Pantoja, director de Belén, Casa del Migrante de Saltillo, de la que dice se hacían milagros para proveer alimentos, agua y cubrir las necesidades de las personas en tránsito. Fue tan fuerte su amistad y colaboración mutua que habla de él en presente y sí, fue un sacerdote ejemplar que Saltillo tuvo la gloria de contar con él.