Así como Armando Fuentes Aguirre no es ya dueño de Catón, y a estas alturas del desfile no debe arrastrarse el apellido (regalándoselo a Moreira, por más amigo que sea, por más que le deba, “lealtad o comisiones”, porque el apellido y el nombre, ya no son de él, son patrimonio de los saltillenses, de los que es antiquísimo cronista); así, el Bronco, Jaime Rodríguez Calderón no puede salir con estas andanadas de incongruencia y sepultar a cuantos aspirantes broncos e independientes cabalgan el territorio nacional; porque él los parió.
En medio de la ibérica detención de Humberto Moreira, salió Catón a la defensa, a ultranza, por cierto (es ésta, la defensa por defensa). Dijo cosas que debieran ser irrepetibles, pero que hoy se justifica su remembranza: “Soy amigo de la verdad, pero soy más amigo de Moreira”. Don Armando (nuestro Catón, que ya no de él mismo), abandona la verdad para compararla con Moreira, que es todo menos verdad. Entonces ¿se queda con Moreira y… sin verdad? Los suicidios, están de fatídica moda en Saltillo, díganme sino. ¡Esto es un drama!
Jaime Rodríguez Calderón, a quien conocí hace años y hasta compartí grupo de trabajo con él, inauguró una etapa diferente en la democracia nacional, desde Nuevo león. Con ella, con la democracia suplementaria, acercó a la gente harta, una opción válida y una representación social y política, que desde la independencia y la bronca democracia, podía representar los intereses mayoritarios, sin la imposición de candidatos ni la antidemocrática opción: del menos peor.
Pero ahora, confiado en el ahorro porque le dejaron la casa quebrada, deja de atender recomendaciones de gobierno y sucumbe ante revueltas que son pruebas de fuego a su liderazgo efímero, convertidas en matanza y ejecución, aunque sean entre maleantes. Subido en la silla voladora se siente aspirante presidencial o hace el caldo gordo a quienes le ayudaron a llegar.
Su liderazgo pende de un hilo y es ejemplo para tantos. No puede fallarles, ven en él, lo que es y tanto que no es, ¡que ya quisiera ser! El Bronco ya es una marca nacional, no puede salir con que: se empequeñeció, por cobarde o por andar en cuitas rancheras que no tienen que ver con el problemón que se echó a cuestas.
Un Catón para Coahuila y un Bronco para Nuevo León. Ambos son ya patrimonio de México. Sin compáralos porque no se parecen ni tienen los méritos parecidos. Ya no son, ambos, dueños de ellos mismos y al ser seguidos por tantos, tienen un compromiso social, allende ellos mismos.
¡Ni Broncos catoninos, ni Catones bronquisiados! La sociedad manda. Actos de congruencia y amor a la patria.
2.5