En un esfuerzo por reducir el uso de efectivo, la SHCP y el Banco de México anunciaron el lanzamiento de la plataforma de cobro digital (CoDi), que es una extensión al Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios (SPEI). La medida ha generado muchas dudas sobre su factibilidad e implicaciones. Y como en todo, hay voces a favor y en contra.
Según un estudio de MasterCard, el 85% de las transacciones comerciales en el mundo se realiza todavía en efectivo. En México, la cifra supera el 90%. Mantener billetes y monedas en los bolsillos resulta muy oneroso. Para nuestro país no hay datos, pero un estudio de Harvard Business Review sostiene que a las empresas, consumidores y gobierno de EUA cargar efectivo les cuesta 200 mil millones de dólares al año.
El tiempo perdido haciendo largas filas en los cajeros, las altas comisiones bancarias por retiro, el costo de oportunidad de no recibir un interés por esos recursos y el riesgo de asaltos son algunas de las desventajas asociados al efectivo.
Quienes están por la afirmativa también argumentan, no sin razón, que la medida será un obstáculo a la corrupción, a la evasión fiscal y a la delincuencia organizada, así como un impulso a la productividad de los trabajadores y un acicate a la inclusión financiera. Además, ante especulaciones sobre la liquidez del sistema financiero las personas no podrán correr a los bancos a retirar su dinero, suavizando el efecto de la crisis.
Los detractores esgrimen argumentos relacionados con las garantías y libertades individuales, así como el derecho a la privacidad. El dinero es anónimo, lo mismo que la filantropía verdadera: ¿cómo se apoyará a un indigente en la calle o cómo se dará limosna en la iglesia?
La dependencia en Internet del sistema financiero y comercial será total. Una falla en los sistemas, accidental o terrorista, colapsaría el sistema de pagos. Además, todavía existen lugares en México donde no llega el Internet. Adicionalmente, argumentan que ya muchos crímenes y actividades delictivas son financiadas por dinero electrónico anónimo, como el Bitcoin.
En algunos países se ha comenzado a implementar la desaparición del efectivo, como Suecia, en donde, por cierto, se pueden aportar donativos en las iglesias mediante una aplicación. En términos generales, el resultado ha sido positivo. Definitivamente la infraestructura y la cultura de México es muy diferente a la de los países escandinavos, pero siempre será más fácil instalar una antena de internet que una sucursal bancaria.
Creo que la desaparición del efectivo es una tendencia irreversible y positiva, aunque llevará un largo proceso de implementación. Con voluntad y trabajo coordinado, los obstáculos pueden ser sorteados. Bienvenida la inclusión financiera y las nuevas tecnologías.