Agua de la discordia (I)

David Guillén Patiño
columnasdemexico.com

Las leyes de la oferta y la demanda enseñan que “no hay producto más caro que el que no existe”, a saber, un viejo principio que algunos comerciantes suelen aprovechar, en el afán de crear cierta sensación de escasez, para luego vender sus mercancías a precio de oro.

Y si de oro se trata, cierto es que en el subsuelo del valle de Saltillo existe un yacimiento insospechado que, según investigaciones serias, es parte de una vena que corre desde las Montañas Rocallosas, en el estado canadiense de Columbia Británica, hasta el norte del territorio mexicano.

A este caudal, que incluso puede provenir de regiones más septentrionales, se le ha dado en llamar “oro azul”, el más preciado que existe, pues es sinónimo de vida: el agua, elemento que está llamado a convertirse en el motivo central de graves conflictos internacionales, con lo que el petróleo dejará de ser la “manzana de la discordia”.

En su extracción, canalización, suministro y purificación, muchos servidores públicos e inversionistas han encontrado, durante décadas, una extraordinaria oportunidad de negocios, mismos que lamentablemente se presentan casi siempre carentes de pulcritud y transparencia, a semejanza de los fétidos y opacos fluidos de la red del drenaje urbano.

La historia del aprovechamiento del agua en Saltillo y todo lo que ello implica es larga de contar, por la razón de que está plagada de aristas y debido a que en ella emergen un sinnúmero de movimientos sociales, documentos, nombres de organizaciones, de activistas, investigadores, políticos y miembros de la iniciativa privada, tanto nacional, como extranjera.

PUNTO DE PARTIDA

De acuerdo con información de Eglantina Canales Gutiérrez, secretaria de Medio Ambiente y Desarrollo Urbano del Gobierno del Estado, Saltillo será “golpeado” este 2018 por una de las peores sequías, por lo que se avizora un “panorama catastrófico” para el campo, y los saltillenses se verán obligados a ahorrar agua, más aún en este mes de marzo y julio próximo.

Paralelamente, los organismos operadores de agua potable del sureste coahuilense habrán de tomar una serie de medidas tendientes a ejercer un mayor control sobre los programas de abasto a la ciudad, a fin de aprovechar mejor el agua disponible. “Cada año, la situación se pone peor”, alertó, y dijo que en el primer trimestre del año se tendrá el peor nivel histórico de precipitaciones en el norte del país, “previsto en 44% por debajo de la media nacional”.

A pesar de la alarmante situación que se avecina, los saltillenses no han recibido orientación alguna por parte de Agsal acerca de cómo enfrentar la fuerte sequía, ni la empresa ha informado sobre las posibles medidas que pondrá en práctica para optimizar el aprovechamiento de las reservas.

Frente a este drama recurrente, vuelven a surgir versiones contradictorias en cuanto a saber cuáles son los verdaderos volúmenes de agua con que cuenta el sureste de la entidad, ya que, para algunos, las reservas en el subsuelo son incalculables y, por lo tanto, de muy larga duración, mientras que para otros especialistas se trata de cuerpos de agua sobreexplotados que, por consiguiente, tienen sus días contados.

Aunado a esta incertidumbre, la comunidad sigue recibiendo un pésimo servicio, pues los tandeos, por ejemplo, no se cumplen de acuerdo con los calendarios de distribución, las fugas de la red de suministro siguen a la orden del día, las tarifas del servicio aumentan más allá de los acuerdos establecidos, también hay sobre cobros injustificados, así mismo, las empresas embotelladoras multiplican sus ganancias con la creciente venta de agua purificada.

Por otra parte, las fallas en los sistemas de bombeo no se han hecho esperar, la búsqueda de nuevas fuentes de abastecimiento se encuentra suspendida, los ejecutivos de Aguas de Saltillo no dejan de amasar sus fortunas y privilegios, la administración de la paramunicipal opera bajo criterios carentes de sentido social, mientras se aferra al control absoluto de la empresa, a pesar de que la firma española no posee la mayoría de las acciones, pero cuenta con el apoyo incondicional del cuerpo de consejeros ciudadanos que, por otro lado, sigue sin ser renovado, etcétera.

¿RECUPERAR EL CONTROL?

En el curso de su campaña electoral, el alcalde Manolo Jiménez Salinas se refirió al control perdido por el Gobierno Municipal sobre el sistema operador del agua de la ciudad, a partir de que la empresa paramunicipal Aguas de Saltillo (Agsal) asumió el mando del otrora Sistema Municipal de Aguas y Saneamiento (Simas). Textualmente, prometió lo siguiente:

“En mi administración, el Ayuntamiento ejercerá su autoridad como accionista mayoritario de Aguas de Saltillo (Agsal). Pondremos a esta empresa del lado de los ciudadanos, al enfocarnos principalmente en la evolución de la calidad del servicio ofrecido, para que todos los saltillenses reciban una mejor atención”.

“No toleraremos –añadió– ningún abuso por parte de la empresa hacia los usuarios, y exigiremos un mejoramiento continuo en los servicios de contratación, en la reposición de medidores, reconexiones y arreglo de fugas”.

Igualmente, subrayó: “buscaremos ampliar nuestras acciones dentro de le empresa para que, en coordinación con los saltillenses, optimicemos el uso de este vital líquido. Habrá que reforzar la autoridad como accionista mayoritario a partir de 2018”.

A casi tres meses de haber iniciado su periodo de gobierno, el edil no ha concretado ninguno de tales compromisos, por lo que se consultó sobre el particular al regidor Rodolfo Garza Gutiérrez, presidente de la Comisión de Agua Potable y Saneamiento, quien hizo votos para que Jiménez Salinas dé cumplimiento a todo ello, “por el bien –dijo– de los saltillenses”.

(Lea en la segunda parte de este reportaje la entrevista completa al regidor Rodolfo Garza)

PIE DE FOTO

En la imagen, un empleado de Aguas de Saltillo, quien, siguiendo al pie de la letra las instrucciones de la paramunicipal, sustituye medidores sin avisar previamente a los usuarios, ni contar con su consentimiento. El trabajador fue captado en el momento en el que se le impidió que desarrollara su obstinada encomienda.

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