El republicano Mike Johnson fue elegido este miércoles presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos en una votación que puso fin a semanas de disputas internas entre los legisladores de su partido.
Con 220 votos a favor, el representante de Luisiana de 51 años ganó el cargo que dejó Kevin McCarthy el pasado 3 de octubre, cuando miembros de su propio partido votaron a favor de su destitución.
El éxito de Johnson en la reñida batalla por la presidencia de la Cámara Baja representa una victoria para la facción más derechista del Partido Republicano alineada con el expresidente Donald Trump.
También es vista como una derrota de los moderados, cuyos candidatos no lograron suficientes apoyos luego de 22 días de disputas.
Abogado y exlocutor de radio, Johnson ha tenido el cargo de representante desde 2016. Fue presidente del ultraconservador Comité de Estudio Republicano, un puesto que a menudo se considera un primer paso hacia posiciones de liderazgo dentro del partido.
Se ha pronunciado en contra de cuestiones como el derecho al aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo, temas que podrían dificultar sus negociaciones con los demócratas.
Como otros del bloque más conservador, Johnson también está en contra de dar más apoyo económico a Ucrania.
Al dirigirse a la Cámara Baja después de la votación, el nuevo presidente se refirió a temas de coyuntura, como la seguridad fronteriza, la inflación y el conflicto en Medio Oriente como parte de su agenda prioritaria.
“El desafío que tenemos ante nosotros es grande, pero ahora es el momento de actuar y no los decepcionaré”, dijo Johnson. “Sabemos que están sucediendo muchas cosas en nuestro país, a nivel nacional y en el extranjero, y estamos listos para ponernos a trabajar nuevamente para resolver esos problemas”.
En 2020, Johnson fue una figura clave en los esfuerzos por impugnar legalmente los resultados de las elecciones presidenciales de 2020. Animaba a Trump a “seguir luchando” y “agotar todos los recursos legales disponibles”.
Análisis de Anthony Zurcher, corresponsal en Norteamérica
Al final, el conflicto de liderazgo de la Cámara de Representantes más largo de la era moderna terminó como a veces suceden las guerras, con ambas partes perdiendo el valor para seguir luchando.
El congresista Mike Johnson fue elegido el miércoles como el presidente número 56 de la Cámara de Representantes con vítores, ovaciones de pie y sonrisas de sus colegas republicanos que contradecían las tensiones que habían dividido al partido durante las últimas tres semanas.
El legislador de Luisiana, de modales apacibles y gafas, prevaleció mientras que los tres anteriores candidatos no lo hicieron.
Ha adoptado posiciones controvertidas (apoyando una prohibición del aborto a nivel nacional, respaldando los esfuerzos de Trump para revertir los resultados de las elecciones de 2020 y luchando contra los derechos del colectivo LGBT), pero lo ha hecho en silencio y, en su mayor parte, fuera de la vista de las cámaras de televisión.
Una vez que los vítores y aplausos se silencien, el nuevo presidente tendrá una agenda legislativa muy intensa que abordar y con poco tiempo para hacerlo.
El gobierno de Joe Biden y sus aliados en el Senado están presionando para que se apruebe un proyecto de ley de ayuda militar multimillonaria para Israel, Ucrania y Taiwán.
Y una medida de financiación temporal del gobierno federal expirará el 17 de noviembre, lo que provocará un cierre del gobierno a menos que el Congreso tome medidas.
La presidencia de Johnson se pondrá a prueba durante las negociaciones con los demócratas.
Puede tener más libertad con los derechistas de su partido dados sus vínculos con ellos, pero en algún momento las divisiones estratégicas e ideológicas dentro del partido volverán a ser puestas a prueba.
Johnson tendrá que decidir cuándo dejar de presionar y aceptar un acuerdo con los demócratas que comparten el control de los distintos niveles de poder en Washington.