La regularización de estos vehículos provenientes de EU es rechazada por la industria automotriz.
La polémica de los autos “chocolate”, como se llama en México a los vehículos irregulares que ingresan de Estados Unidos, se ha reavivado con el anuncio del Gobierno de regularizarlos en un posible intento de recaudar más impuestos ante la oposición de la industria.
La controversia ha arreciado desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció esta semana que el próximo mes comenzará la regularización de estos vehículos en Baja California para después extenderlo al resto de los estados del norte.
“Hacer una regularización ha sido un tema políticamente rentable, hay muchas organizaciones que giran alrededor de eso y es supuestamente una acción que beneficia a gente de menores recursos”, indicó el economista Eliseo Díaz, del Colegio de la Frontera Norte (Colef).
El motor del problema
Previo a la pandemia, Morena pidió en el Congreso regular estos autos para recaudar 50,000 millones de pesos adicionales por los 18 millones de vehículos irregulares que estimó entonces que hay en México.
Migrantes mexicanos en Estados Unidos y habitantes de la frontera suelen introducir estos vehículos porque son más económicos, pero también hay grupos que se dedican a ello y delincuentes que aprovechan su irregularidad para cometer crímenes, expuso el profesor Díaz.
“Está el problema de que se volvió un negocio la importación de estos autos, que no pueden circular en México, entonces hay un mercado paralelo, ilegal, en donde se venden con organizaciones que emplacan (colocan matrículas) de forma irregular”, advirtió.
En este contexto, López Obrador justificó la necesidad de regularlos para “tener control” por razones de “seguridad”.
“Hay mucha gente que no tiene, no le alcanza para tener un carro nuevo, de agencia, y pues con estos carros se mueven en la ciudad, llevan a sus hijos a la escuela y es un medio necesario”, argumentó en la fronteriza Ciudad Juárez.
Choque de posturas
La Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) ha cuestionado la medida mientras la industria automotriz del país, que aporta más del 20.5 % del PIB manufacturero, está cerca de 20 por ciento por debajo de sus niveles prepandemia.
La regulación implicaría una caída de hasta el 39 por ciento en las ventas del mercado nacional, de acuerdo con la Asociación Mexicana de Distribuidores Automotores (AMDA). “(Hay) preocupación de que el anuncio que ha hecho el presidente tenga límites en cuanto al decreto de regularización, que no sea un proceso laxo”, observó Guillermo Rosales, director general adjunto de la AMDA, en una rueda de prensa esta semana.
La secretaria de Economía, Tatiana Clouthier, prometió “tomar nota”, pero aclaró que ya existen reglas. “Creo que las instituciones tienen todo el derecho de levantar la voz y externar su punto de vista, nosotros estamos tomando nota de esto, y también recordamos que existe un decreto”.
Un problema viejo
La regularización de los denominados “autos chocolate” es un “problema viejo” que data desde el sexenio de Felipe Calderón (2006-2012), ahondó Díaz.
Pero ahora que este Gobierno “revive” el tema podrían crearse incentivos para importar más estos vehículos, aunque la frontera permanece cerrada a cruces no esenciales por COVID-19. “Usualmente son vehículos que ya no tienen posibilidades de circular en Estados Unidos y los contrabandistas de autos los introducen y los venden en México, y eso lo hacen violando disposiciones ambientales”, observó el economista.
Líderes de la industria automotriz también han criticado la medida por su impacto ecológico.
Desde Estados Unidos entran “vehículos pesados chatarra”, aseveró Miguel Elizalde, presidente de la Asociación Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones (ANPACT). “Si ahorita en nuestras cifras decimos que estamos colocando 100 vehículos nuevos, todavía se están importando 35 vehículos adicionales, importados usados, que nada abonan ni al medio ambiente ni a la seguridad”, dijo en conferencia.
En la Secretaría de Economía han defendido que existe un decreto que permite la importación definitiva de vehículos usados y que es parte del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
“Existen hoy las condiciones y los compromisos para establecer la posibilidad de tener comercio en este tipo de vehículos, ahora, este decreto establece muy claramente ciertos criterios y ciertos requisitos”, sostuvo Luz María de la Mora, subsecretaria de Comercio Exterior.
EF