Todavía está caliente,
generando parloteo,
la polémica estridente
entre AMLO, el Presidente,
y el Parlamento Europeo.
Al México independiente
escritos ya le han llegado,
de aquellos representantes
que al Gobierno han exhortado.
Lo hicieron con Peña Nieto
y también con Calderón,
a quién justo le pidieron
que procediera ex-pedito,
poniendo más atención
en investigar delitos,
pero lo hicieron con modos
más finos y más bonitos.
Ahora dicen a Obrador
que él es un denigrador;
Andrés les dice borregos
y que se informen mejor.
Acusan parlamentarios
del añejo continente:
“Retórica populista”
es la que usa el Presidente,
“intimida”, “estigmatiza”,
“exhibe”, “acosa” y “ataca”
al gremio de periodistas,
a los medios y sus dueños.
Presumen también que espía
defensores y activistas
con el programa Pegasus,
ese que fue muy usado
por dos gobiernos pasados:
víctima lo fue Aristegui
y otros comunicadores,
hasta AMLO y su familia
resultaron acechados,
por eso Obrador les dice
que no andan bien informados.
“Ya basta de hipocresía”,
les espeta Andrés Manuel
y reprocha su silencio,
cómplice les dice él,
de lo que antaño ocurría
en el México de ayer.
Y como ya es muy frecuente
que en dichos del presidente
se torne el tema candente
y el juicio polarizado,
aplausos no le han faltado
elogiando lo expresado.
Pero otros lo han criticado
y hasta le han recomendado
que él hubiera apechugado
quedándose calladito,
guardarse términos “feos”
y no entrar en tiroteos
con ilustres europeos,
pues no les gustó el modito
ni la forma en lo expresado,
quisieran que hubiera usado
lenguaje más exquisito.
Tal vez un comunicado
algo más refinadito,
con vocablos suavecitos
y en el siguiente tonito
a más habría gustado:
“Disculpen finas Mercedes,
amables, gentiles damas
y educados señoritos,
quisiera rogar a ustedes
que antes de juicio expresar,
revisen sus discursitos,
y no ponerse a balar
como obedientes cabritos.
¡Ya vámonos respetando,
como dijo Don Benito!”