Antes

Claudia Sheinbaum quien ha recibido su constancia como presidente electa de México, está empeñada en exhibir un matiz mesurado y progresivo en su futuro estilo de gobierno.

Esa moderación ha buscado ser reflejada en la integración de su equipo, en las interacciones con el Presidente López y en su discurso actual. Está consciente del peso que está cargando y la percepción empresarial que trae en consecuencia algunos indicadores de inversión. El miedo sigue presente gracias al discurso radical, retador y extremista de su propio partido que afecta directamente las expectativas posibles. Un discurso que parece confundir la justicia con la venganza y el movimiento con el levantamiento.  

Sin duda el gabinete parcial que ha ido anunciando es muestra de esa necesidad de exhibir profesionalismo, competencia y también grados académicos, en palabras de Alexis de Tocqueville los títulos académicos suplirán los títulos nobiliarios en América, y eso lo dijo en los albores del siglo 19. Falta ver algunos puntos medulares de López Obrador para medir la injerencia del tabasqueño en el equipo de la doctora. Grupos como el de Bartlett, las fuerzas armadas, el gabinete de seguridad y las paraestatales parecen ser los espacios reservados.

El gabinete hasta ahora anunciado, parece ir dejando afuera algunos cotos de poder evidentes de MORENA y quizá incluso construir un MORENA mucho más light y mesurado que lo que muchos militantes han construido y también la oposición ha destacado. Porque hasta Mario Delgado saca a relucir sus credenciales de ITAMita, como si ahora fuese una moneda valiosa lo que antes era perseguido. Yo no me creo que la negociación con Ebrard fue solamente una secretaría, seguramente hay un plan a mediano plazo más “jugoso”. 

Contracciones económicas de mercado a nivel global, la presión de una elección tan polarizada en EUA con el discurso nacionalista de Trump, un serio déficit en la administración pública y el gasto tan alto en programas con la sabida redistribución y abandono de la infraestructura pública se están convirtiendo en el preludio de un arribo apretado. Esos problemas, que solo se entienden en el escritorio y se resuelven entre reuniones y con acciones pero sin fecha o término. Aunado a ello, lo político, exhibir cercanía o lejanía con el presidente López Obrador, la cercanía asegura el bono político que ha disfrutado desde la campaña, la lejanía le trae libertad y enfoque en su agenda y perfil. El equipo enfrenta el pesado dilema de la dependencia heredada en su actuación y la gran factura de muchos programas y compromisos que se vuelven imposibles de mantener.  

La recuperación del COVID, como un fenómeno que se sintió en todos los mercados ha terminado y ahora da paso a lo cíclico de la economía, la depreciación de la moneda parece atraer la atención de inversionistas que siguen teniendo miedo del entorno violento y políticamente violento en México, ese es el discurso que hace falta, la descripción de una estrategia creíble para atacar los problemas presentes.

Mientras el tiempo corre el país sigue confiando en la esperanza, una cruel amiga que a la vida nos lanza, de vencer los rigores del destino, y la dulce compañía que las penas mitiga y convierte en vergel nuestro camino, parafraseando el poeta bohemio. 

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