Anti Fair Play

Quienes acudieron al estadio en Volgogrado o se dieron el tiempo para ver el partido desde sus televisores entre Polonia y Japón, se llevaron un gran fiasco. Durante los últimos minutos del encuentro los nipones se dedicaron a “enfriar” descaradamente el balón, aun y cuando iban perdiendo 1-0. Ante la complacencia de los polacos, se la pasaron tocando la pelota entre sí, sin atacar ni tratar de generar jugadas ofensivas.

¿Qué les pasó a los japoneses? ¿Se resignaron a perder el partido? ¿Por qué actuaron de esa manera aparentemente irracional? La verdad es que no actuaron irracionalmente, todo lo contrario. Sabedores del triunfo de Colombia de un gol a cero sobre Senegal, ese resultado les garantizaba el pase, aun de panzazo, por el criterio de Fair Play. Es decir, dado su empate con el país africano en puntos y diferencia de goles, el haber acumulado menos tarjetas los colocaba en segundo lugar de grupo.

Las críticas no se dejaron esperar. Cientos de aficionados piden la intervención de la FIFA para sancionar a los asiáticos. La actuación del equipo, aunque legal, atenta contra los valores deportivos y el espíritu de competencia. Ante esta actitud por ambos bandos, el único afectado es el respetable, que invirtió dinero y tiempo para disfrutar un encuentro que prometía ser emocionante.

Este es un caso clásico de la Teoría de Juegos, área de encuentro entre la matemática aplicada y la economía industrial para analizar estructuras de incentivos y predecir comportamientos. A ningún equipo le convenía ya arriesgarse, pues una anotación en contra lo dejaría fuera del Mundial. Y a pesar del resultado adverso de un gol contra Japón, ambos pasarían a la siguiente ronda, como sucedió.

La política industrial de un país es el conjunto de medidas de un gobierno para estimular a cierto sector estratégico y remediar fallas y distorsiones de mercado, como lo son los monopolios naturales, las externalidades negativas o los bienes públicos, mediante la asignación de incentivos o regulando los mercados. Siendo titular de la SECOFI, Jaime Serra Puche dijo alguna vez: “La mejor política industrial es la que no existe”. Muchos economistas y políticos destacados se han pronunciado en ese sentido.

No coincido con ellos. Aunque hay algunas actividades de nuestra economía sobrerreguladas donde tendrá que trabajarse, es necesario evitar que las empresas dejen de competir, se coludan o se concentren e incrementen indiscriminadamente sus precios. Para eso contamos en México con políticas claras y árbitros imparciales, como la Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE).

En un juego de fútbol, el silbante no puede hacer nada para fomentar la competencia entre los equipos; pero si a los árbitros de una economía se les retiran esas facultades, las consecuencias serían graves e irían más allá de un aburrido espectáculo, como el ofrecido por Japón y Polonia.

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