Apatía política

México es un país con poca participación política. Aunque el votar se supone es una obligación, al no existir consecuencias directas al ciudadano por su abstinencia electoral injustificada, casi 4 de cada 10 personas mayores de edad no sufragan.

Muchos de ellos argumentan su apatía aduciendo razones pragmáticas, como que un voto no hace la diferencia o que todos los candidatos son iguales. Otros manifiestan desinterés por la política, y no desean inmiscuirse en la vida pública ni con el voto. Con el pretexto de considerase trabajadores o empresarios del sector privado, creen que no es necesario involucrarse en el sector público.

El pensar de esta forma es un error garrafal que, a través del tiempo, ha colocado a nuestro andamiaje institucional muy alejado de su óptimo. Y si las razones nacionalistas o ideológicas no son suficientes para despertar el apetito de participación, veamos las económicas, esas que nos duelen en el bolsillo.

De todo el ingreso que generamos con nuestro trabajo, ya sea como personas físicas o lo que ganan nuestros negocios, tenemos que pagarle al gobierno, en promedio, una tercera parte (las tasas varían en función del régimen y nivel de ingresos). Esto significa que en nuestras empresas el fisco es un socio más al que hay que pagar uno de cada tres pesos generados.

Y si queremos gastar el restante de ese ingreso o utilidad que obtuvimos legítimamente por nuestro trabajo, debemos pagar, salvo en alimentos y medicinas, un 16% de impuesto al consumo. Hasta aquí, ya va la mitad de nuestro ingreso pagado al gobierno federal.

Pero, además, la parte de ese consumo que se destina para pagar casetas, gasolina o el recibo de la luz va directo a las arcas del gobierno federal, y el del agua, junto con los impuestos al traslado de dominio, son administrados por los gobiernos municipales.

Por cada litro de combustible, cerveza, vino o destilados que compremos, así como cigarros y tabacos labrados, hay que pagar un cuantioso impuesto federal. Si vamos a adquirir un vehículo nuevo, además del IVA, hay que pagar otra contribución especial al fisco.

Una vez que somos conscientes de lo mucho que el gobierno nos descuenta por trabajar, generar o consumir, así como de lo enorme de los caudales que de la sociedad administra, nos deberían sobrar razones para participar en política.

Y más nos vale que como sociedad nos involucremos en la vida pública cada vez más. Es la única forma de contar con mejores gobiernos.

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