El nacionalismo exacerbado por Trump pretende cerrar las puertas de la nación americana a su vecino del sur, con argumentos clasistas y una retórica capaz de meter en un solo cajón a países enteros, el descolorido personaje impone barreras ideológicas y amenaza con erigir muros físicamente entre países íntimamente relacionados, acusando diferencias basadas en el color de la piel, la cultura, e incluso la religión, que dividen a una sociedad ansiosa por regresar a un estado de cosas donde el mismo presidente actual de los estados unidos resultaría a corto plazo una persona de tercer nivel; el malestar social, es el detonador de todos estos intentos por volver a una “Great America” similar a la patria soñada por el oculto pero vigente Ku Klux Klan, donde solo es aceptable un país de americanos blancos, anglosajones y protestantes, que asusta a muchos, pero se asoma con ansiedad para salir de su escondite.
Estas regresiones que contradicen todo lo que la modernidad considera justo, nos hacen observar que las malas costumbres pueden retornar con una fuerza descomunal y posiblemente quedarse por muchos años.
De la misma manera que pasa en con el vecino de arriba, vemos como el PRI pudo regresar al poder en México y en solo 4 años reponer una cultura del hurto total, en donde “el gobernante eficiente” solo es aquel capaz de enriquecerse de maneras desproporcionadas, robando cuanto pagamos como impuestos y hasta aquello que pagaremos en el futuro adquiriendo deudas desproporcionadas.
Los gobiernos de antes regresan con energía permitiendo acuerdos donde se manipulen las normas para salir impunes de roblerías cada vez más graves, además de realizar otros actos deleznables que inciden en la economía y permiten la creación de monopolios de estado y la proliferación de oligopolios encabezados por amigos o socios, donde se manipula artificialmente el precio de las cosas, coartando el ingreso de productos de mejor calidad y obligando a todos los mexicanos a consumir una oferta limitada de productos de baja calidad, que se venden a precios muy altos, acordados arbitrariamente por escasos oferentes protegidos por el gobierno.
Lo anterior es una práctica común que tiende a formar fortunas personales y bolsas suficientes para comprar con dadivas la conciencia de los más desfavorecidos, a cambio de una despensa que quita el hambre un par de días y ofertas falsas que no se pretenden cumplir.
Es impresionante el grado de impunidad que protege a los administradores públicos corruptos de un castigo justo por tomar lo que no es suyo y usarlo para darse una vida de lujos, y para conservar el poder a punta de billetes mal habidos, manteniendo a la sociedad en un interminable ciclo de crisis, inflación y empobrecimiento, que es la fórmula perfecta para garantizar la restauración del Partido de estado, ahora con una cara nueva, donde la elite gobernante surge no de uno, si no de varios partidos de estado que dan la impresión de competencia y generan la sensación de democracia, cuando en realidad vivimos en un sistema cerrado de privilegios para una elite limitada, donde el producto de nuestro trabajo se diluye en una desmedida inflación, evitando la prosperidad de las familias que producen y transfiriendo los beneficios de ese trabajo a un reducido grupo de amigos.
Hoy, lucha por mantener la puerta abierta para que tengamos acceso y salida a un mercado ilimitado, donde la eficiencia, la calidad y el precio son establecidos por tu preferencia y no por lo que dispone un gobierno con normas absurdas para quitarte todos los días un poco más y asegurar su economía personal y un ambiente de impunidad propicio para permanecer eternamente en el poder.
¡Que Dios Nos Bendiga!
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