Hoy en día, todavía la familia se considera el núcleo de nuestras sociedades. Además, esta es el primer agente socializador en la infancia, por lo que su relevancia en el desarrollo infantil es inmensa. Así, los niños y adolescentes que tienen la fortuna de crecer rodeados de apoyo familiar cuentan con una importante ventaja que les acercará a la felicidad y a la plenitud.
Esto no es solo porque siempre contarán con alguien en quien confiar o en quien apoyarse, sino porque este tipo de familias proporciona unas condiciones ideales para la formación de una personalidad sana. El apoyo familiar tiene muchas vertientes y, por desgracia, no siempre todas están presentes. Por ende, si eres madre, te invitamos a conocerlas y a tratar de implementarlas en tu propia familia.
No existe una definición única de apoyo familiar, ya que este se manifiesta de diferentes maneras. Además, cabe resaltar que no se trata únicamente de la ayuda que los padres proporcionan a los hijos, sino de una dinámica en la que todos los miembros están dispuestos a colaborar y a actuar en equipo.
La estimulación es uno de los primeros tipos de apoyo familiar que se ponen de manifiesto desde que el bebé nace. Y es que un niño, para crecer adecuadamente, no solo necesita alimento y protección, sino que también requiere una estimulación adecuada. Los padres, que son conscientes de ello, dedican tiempo a proporcionarle al niño oportunidades variadas para explorar su entorno.
En los primeros años, esto implica ayudarle a desarrollar sus sentidos y sus habilidades más básicas. Pero, a medida que el pequeño crece, la estimulación incluye asegurarnos de nutrir su mente de forma integral.
Esto puede hacerse animando al niño a leer o a explorar sobre diversos temas que puedan resultarle de interés, proponiéndole realizar actividades variadas y sumergiéndolo en ambientes diversos para que pueda enriquecerse con otras personas y experiencias.
Por supuesto, el apoyo emocional es realmente importante. Y este no solo incluye besar y abrazar al pequeño o dedicarle palabras amorosas y de aliento. Implica que los adultos sean capaces de comprender lo que el niño siente en cada situación y de ayudarle a gestionar sus emociones.
El apoyo emocional significa no restar importancia a los temores del niño, no burlarse de su llanto ni perder los nervios cuando manifiesta su ira. Por el contrario, se trata de estar presentes y disponibles para él de una manera empática.
A medida que crezca, y gracias a los valores y habilidades asentados durante la infancia, él también podrá mostrar ese apoyo emocional al resto de la familia. De este modo, se crea una magnífica red de seguridad que contribuye a incrementar la autoestima y el bienestar de todos los implicados.