Uno de nuestros orgullos como mexicanos son personajes como el de Ofelia Medina, que a lo largo de su vida ha mostrado un amor sin barreras hacia los pueblos originarios.
Ofelia es dueña, no solo de un gran talento, posee un profesionalismo excepcional y una pasión que acompaña todos sus actos. Ella comenzó su vida artística como bailarina de ballet a los 8 años, siguió como actriz y con más de 40 años de carrera es capaz de interpretar todos los géneros literarios, escritora, directora, dramaturga y activista social, posee una calidad histriónica de desempeñar varias de esas actividades al mismo tiempo; monumentales trabajos y personajes forman parte de su éxito, uno de ellos inolvidable es Frida (1984).
Ofelia nació en Mérida, Yucatán, ahora tiene 70 años y acompaña a las etnias originarias. Ella misma narra que en 1985 fundó el “Comité de Solidaridad con grupos étnicos marginados”, primera organización mexicana por la defensa de los Derechos Humanos de los indios de México, que empezó con un seminario acerca del hambre en nuestro país, y después por la defensa de presos indígenas en las cárceles de México, así como actividades culturales con comunidades indias. En 1990 ella y sus amigos fundaron el Fideicomiso para la Salud de los Niños Indígenas de México, A.C. al que por cariño llaman, Fideo. Desde entonces comenzó a padecer amenazas por su actividad en pro de los derechos humanos en México.
Esta semana, cuando entregan ayuda humanitaria en la comunidad de Tabak, Aldama, de la etnia tzotzil en Chiapas, un pequeño grupo de Cáritas y miembros de Fideo, la brigada fue atacada con balazos de alto calibre y resultó herida gravemente una religiosa dominica muy conocida en las comunidades.
Ofelia comentó que las balaceras son continuas en esa comunidad de desplazados forzados de los que la actriz declaró que están en una urgentisima emergencia humanitaria, a la que se agrega la pandemia, añadió que nunca los habían agredido tan gravemente (La Jornada).
El terrorismo en Chiapas no tiene tregua, los paramilitares persiguen, hieren y asesinan sin freno a las etnias que se ven obligadas a huir sin reposo posible, es indignante que quienes sólo se ocupan de hacer el bien que no hace el Estado, corran riesgo de muerte, lo menos que podría esperarse es que las autoridades desarmen a esos grupos criminales, cuyas acciones delictivas perfilan un escenario como el de la matanza de Acteal.
En julio pasado, el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas, del que es presidente, fray Raúl Vera López, y el Fideicomiso para la Salud de los Niños Indígenas de México (Fisanim-Fideo) en una carta al presidente López Obrador manifestaron su “alta preocupación por los hechos de violencia y la urgencia en la que viven las personas en situación de desplazamiento interno forzoso de los municipios de Aldama, Chalchihuitán y Chenalhó” (Cuarto Poder).
La preocupación y empeño de Ofelia Medina por los niños indígenas la han impulsado a dejar incluso su papel de actriz, después de 5 décadas de ejercerla para ponerse tras la cámara y elaborar documentales basados en la vida real, el primero será, “se construyen sueños”.
El humanismo de Ofelia es inmenso, su amor por los pueblos originarios navega contracorriente, pero para ella es una gran satisfacción constatar que el derecho a la alimentación de los niños indígenas se cumple, ella insiste en que trabajar por el bienestar de los demás suma bienestar a quien lo da, porque el sentirse útil aleja la soledad, te da optimismo y hasta nuestra salud se acrecienta y se regenera.
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