Rusia pierde población. El gigante asiático se enfrenta a una profunda crisis demográfica que ha provocado que en 2018 sus habitantes se quedaran en los 148,8 millones, perdiendo 93.500 personas. Una realidad que compromete uno de los grandes objetivos estratégicos del país: mantener y aumentar su influencia en el mundo.
En un periodo en el que el intervencionismo internacional (en la crisis de Crimea y en la guerra de Siria) ha hecho que el país presidido por Putin recupere una posición importante en la toma de decisiones, la caída de población es una muy mala noticia.
Y los datos muestran que lo normal es que vaya a peor, tal y como cuenta BBC Mundo. Las proyecciones de Naciones Unidas señalan que para 2050 Rusia perderá un 8% de sus habitantes, lo que ha provocado que su Gobierno ya se haya puesto manos a la obra para paliarlo. El plan es que en los próximos 6 años (hasta 2025) el país sea capaz de atraer a entre 5 y 10 millones de inmigrantes.
Durante décadas, Rusia ha estado perdiendo población, lo que pasa es que hasta ahora lo iba compensando siendo un estado que recibía a mucha gente extranjera, especialmente de las regiones de la antigua Unión Soviética.
Las bajas tasas de natalidad, así como la fuga de talentos (solo en 2017 se marcharon 377.000 rusos de los cuales el 22% poseía títulos de educación superior) unidos a que la inmigración ha caído han hecho llegar a esta situación.
De hecho los expertos creen que el país necesita atraer a 300.000 personas al año para paliar los efectos de la pérdida de población, algo que en 2018 no ha ocurrido y parte de culpa la tiene el Gobierno.
Y es que más allá de algunas ayudas a la natalidad, no ha hecho nada por desalentar la emigración (hay mucha represión interna a los disidentes) y fomentar la inmigración (con programas de empleo que conviertan Rusia en un destino interesante para trabajar). Hasta ahora, que se ha convertido en una prioridad.
Facilidades para trabajar
El objetivo es lograr compensar la caída de población y por eso el Ejecutivo ha decidido simplificar los trámites para obtener los permisos de trabajo y acceder a la ciudadanía rusa. Aunque la idea es que lleguen habitantes rusoparlantes de países cercanos como Ucrania, Kazajistán o Moldavia, lo cierto es que el plan también está dirigido a todos los extranjeros que quieran integrarse en la sociedad rusa.
El problema demográfico no se vive al mismo nivel en todo el país. En el este, especialmente en las regiones de Siberia y el Lejano Oriente, es mucho más pronunciado y la despoblación es un problema mucho más acusado. Tradicionalmente las autoridades rusas han tratado de repoblar estas áreas con programas en los que se le otorgaban a las familias que se mudaran allí un terreno y una cantidad de dinero, pero parece que ahora ya no es suficiente.
Otro problema al que se están enfrentando es a las tensiones étnicas que se producen entre los locales y los inmigrantes que vienen del Cáucaso o Asia Central. La población rusa suele ser poco proclive a la llegada de extranjeros y a menudo se producen enfrentamientos que han ido aumentando con los años.
Está por ver si el nuevo plan de Putin funciona, aunque de momento en 2019 ya se observan los primeros resultados.En lo que llevamos de año el número de migrantes ha crecido en 98.000 personas, pero aún es demasiado pronto para saber si es casualidad o si los intentos del Ejecutivo están obteniendo sus frutos.
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