En un verdadero dolor de cabeza se convirtió para la sociedad estadounidense la decisión de Trump de eliminar de un plumazo el programa denominado DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia), implementado por Obama. Y es que hasta los nacionalistas más enconados y los fundamentalistas más obcecados saben que en la política hay principios inalienables.
Uno de ellos, válido también en el arte venatorio, es no disparar a las hembras ni a las crías. Con esta irracional acción, Trump deja en posición vulnerable y desamparada a cerca de 800 mil “dreamers”, que llegaron en su infancia a suelo norteamericano de la mano de sus padres, no como soñadores, sino víctimas de las circunstancias.
Pero además del aspecto humanitario, el económico también ha despertado el interés público de los estadounidenses. Según un análisis de New American Economy, esos jóvenes perciben ingresos superiores a los 20 mil millones de dólares al año y pagan más de 5 mil millones en impuestos y seguridad social. Su aportación a la economía se estima en ¡300 mil millones de dólares! en las próximas décadas.
El 40% de las empresas de “Fortune 500” son creación de inmigrantes o de sus descendientes, y centros importantes de innovación y tecnología, como Silicon Valley, no se podrían entender ni describir sin la participación y el talento foráneos. Expulsar a los dreamers equivaldría a realizar una purga de talento y contracción relevante en la oferta laboral de magnitudes insospechadas.
Por ello, empresarios de la talla de Michael Bloomberg han alzado la voz y advertido sobre los riesgos para la economía del Tío Sam si esto llega a materializarse. Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, fue más allá: invitó a tres dreamers a conversar a su casa, tras haber expresado su categórico rechazo a la medida del presidente republicano. Actualmente el seguimiento del caso está en el Congreso, a donde Trump aventó la “papa caliente”.
Por lo pronto, nosotros en México ya los estamos esperando con los brazos abiertos. Las dependencias federales trabajan en la logística de reinserción y la banca de desarrollo en el diseño de productos crediticios para ellos. Acá sí valoramos su talento, cultura, capacidad y conocimientos, virtudes con las que Trump, al parecer, está reñido.
Dreamers, ¡Bienvenidos a casa!