Breve crónica de una protesta, una presencia y una ausencia

La protesta y la presencia

El pasado 14 de diciembre, la maestra pensionada Patricia Nieto Ruiz llevó a cabo una huelga de hambre para ratificar su exigencia al GOBIERNO DEL ESTADO y al Instituto de Servicio Médico de los Trabajadores de la Educación, para que le entregaran los medicamentos recetados a su madre y a ella misma, hasta entonces no proporcionados. Demandó también el reembolso completo de los más de cincuenta mil pesos que a lo largo de un año gastó en medicamentos que no le fueron entregados en la Clínica del Magisterio y tuvo que comprar en farmacias particulares.

En pleno ejercicio de su derecho a la protesta pacífica para reclamar respuesta y atención a su también impostergable e irrenunciable derecho humano a la salud, la maestra permaneció en la entrada de la Clínica del Magisterio de Saltillo desde las 10:00 hasta pasadas las 16:00 horas. La acompañó un numeroso grupo de integrantes de la Coalición de Trabajadores de la Educación que a lo largo del día se hicieron presentes para solidarizarse con su compañera y respaldar su exigencia.

Finalmente, por instrucción de su Director General, Ing. Alejandro Treviño, el Instituto de Servicio Médico le hizo entrega completa del medicamento requerido y del monto total del adeudo reclamado.

La decisión de la maestra Patricia Nieto para realizar esta digna y valerosa acción no fue repentina, ni circunstancial con otro propósito, mucho menos por gusto. Tenía casi un año requiriendo respuesta a sus solicitudes; la exposición y reclamo públicos los había reiterado desde 8 días antes, a través de diversos medios locales y redes sociales, pero su exigencia fue ignorada tanto por el Gobernador Miguel Riquelme, por el mencionado Director del Servicio Médico y por el -hasta entonces- Secretario General de la Sección 38, Xicoténcatl de la Cruz, a quien la maestra señalaba, un vez más, por su indolencia durante los 6 años de su gestión y por eludir su responsabilidad en la defensa de los derechos de los trabajadores, omisión que siempre le reprocharon miles de agremiados, particular y enfáticamente los integrantes del grupo 38 de la Coalición de Trabajadores de la Educación agrupados en MASSS38 (Magisterio en Acción por la Seguridad Social, Sección 38).

La aguerrida lucha que se ha venido dando en defensa de la seguridad social, especialmente para que todas y todos los derechohabientes reciban un servicio médico integral, completo, oportuno y de calidad, no ha estado nunca sujeta a condiciones o circunstancias distintas a la necesidad o la urgencia de atención. Gobierne quien gobierne, y esté quién esté a cargo de la representación sindical en el ámbito del magisterio adscrito al Gobierno del Estado o a las universidades públicas, la lucha seguirá presente en tanto haya injusticias, atropellos o ausencias que suplir.

La ausencia

Impensable e inaceptable sería que alguien tratara de responsabilizar, mucho menos culpar del desastre del Servicio Médico del magisterio a los nuevos representantes que un día antes de la huelga asumieron el cargo en la nueva Directiva Sindical de la Sección 38. 

Con esa premisa, ni la maestra Patricia Nieto ni quienes respaldaron su protesta consideraron requerir, menos exigir, la intervención de la nueva dirigencia en esa acción inaplazable, pues era consecuencia de un trayecto impulsado por la urgencia del medicamento y motivado por la necesidad de que la administración responsable saldara sus pendientes y obligaciones con la maestra, pues había sido advertida por personal del área correspondiente que finalizado el 2022 no se cubrirían facturas correspondientes a este año.

Lo esperable, o presumible en todo caso, era que la nueva dirigencia se solidarizara con la causa. En efecto, la dirigencia bien pudo solidarizarse, que no resolver lo que administrativa y técnicamente no es su función, ni su obligación, porque esta, la obligación, es del Gobierno del Estado a través de su Organismo Público Descentralizado llamado Instituto de Servicio Médico de los Trabajadores de la Educación. (La confusión que ha habido en este sentido deriva del hecho de que las dirigencias anteriores, además de representar a los trabajadores, se asumían y operaban, con la venia política y la concesión del Gobierno, como dueños y administradores de las instituciones de seguridad social del magisterio, particularmente del Servicio Médico).

Lo que sí es responsabilidad de una dirigencia sindical es asumir la defensa de los derechos de los agremiados, o por lo menos respaldar o solidarizarse con sus reclamos (precisamente lo contrario a lo que hizo la anterior dirigencia: descalificarlos, desacreditarlos, atribuirles motivos político partidistas, y asumir el papel de capataz para defender al patrón y justificar sus omisiones).

Lo que no se esperaba, preciso es decirlo, es que en aras de prometer una futura intervención, la nueva dirigencia pretendiera convencer a la maestra Nieto de detener la protesta, como sucedió a altas horas de la noche previa a la huelga, cuando en sendas llamadas telefónicas a ella, por un lado, y al que esto escribe, por otro, dos integrantes del ya instalado Comité Ejecutivo Seccional solicitaban, “de parte de la Secretaria General”, que la maestra Paty se “esperara tantito” y “una oportunidad para revisar el caso en los siguientes días”, lo cual por supuesto que no se aceptó por lo que ya se explicó y porque la exigencia y el reclamo de la maestra eran para el Gobierno del Estado y el Instituto de Servicio Médico, no para la nueva dirigencia o la Secretaria General.

Por lo demás, la OPORTUNIDAD la constituía en sí misma la protesta, en la que, sin que la presencia fuera obligada o exigida a petición de parte, y sin necesidad de permiso de nadie, bien pudo hacerse presente la Secretaria General, o cualquiera de los miembros del Comité Seccional para mostrar su apoyo o mínimamente emitir un pronunciamiento solidario, y de esa forma estar presentes y hacer patente lo que sí está en su marco de acción: solidarizarse y respaldar a los agremiados en los reclamos de respeto a sus derechos y en particular de atención médica.  Pero eso no ocurrió.

De una dirigencia sindical que busque hacer presencia en ese sentido, se esperaría al menos una elemental solidaridad haciendo suyas las necesidades y demandas de sus representados, más que tratar de inhibir o contener una legítima protesta de quienes, como autodefensas de la seguridad social, han venido dando dignas batallas contra los violadores de sus derechos y los depredadores del patrimonio magisterial.

La ausencia voluntaria de la nueva dirigencia en un evento como el referido, es una decisión que corresponde por supuesto al derecho de quien la haya tomado. Y respetable desde luego. Esperaríamos que sea derivada de la inexperiencia o la poca familiaridad con casos semejantes, y no como deliberada posición para no contrariar o incomodar a la autoridad en el marco de una hipotética negociación relacionada con los puestos directivos y administrativos de alguna de las instituciones de seguridad social, en la que por Ley corresponde al Gobierno del Estado designar a titulares y encargados.

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