Cabrestea o se ahorca

“Yo no he firmado una sola iniciativa, no he caminado un solo metro con quienes están afuera de Palacio”, dijo Miguel Riquelme, hace unos días, en el Centro Recreativo de la Sección 38, a donde tuvo que acudir obedeciendo la orden de Carlos Moreira, integrante de La Familia, que desde finales del 2007 tiene el control del feudo local del SNTE. El acto, al que acudieron todos los porristas comisionados al mando del dirigente, sirvió de marco para enunciar la serie de promesas ofrecidas por Carlos y Miguel, sobre los supuestos beneficios que su Iniciativa para modificar la Ley de Pensiones ofrecerá a los trabajadores de la educación del régimen de Cuentas Individuales.

Pero para matar dos pájaros de un tiro, al mismo evento fueron llevados cientos de trabajadores, a quienes el Secretario de Educación, un abogado de nombre Francisco Saracho, les concedió “permiso” para ausentarse de sus labores en los centros escolares e ir a aplaudirle a Manolo Jiménez, el candidato de Riquelme al Gobierno de Coahuila.

Entre las promesas hechas a los asistentes, destaca la de que los trabajadores activos podrían obtener hasta un incremento del 60% para su pensión.

Los trabajadores de cuentas individuales tienen actualmente la expectativa del 30% de pensión. Con la reforma se puede llegar al 90%”, dijo Riquelme, pero advirtió, como en las letras chiquitas de leoninos contratos: “Para que sea viable y sustentable todos estos beneficios, se establece un aumento gradual de las cuotas y aportaciones de los trabajadores y del patrón”. Con la nueva y “generosa” propuesta, la cuota para pensión del trabajador de Cuentas Individuales se incrementará en un 3.5% de su sueldo.

He ahí su falacia y el chanchullo que preparan: otra vez a sangrar a los trabajadores para echarle más dinero al barril sin fondo. Esta tropelía no es nueva, el ardid del incremento a las cuotas de los trabajadores lo implementó también Rubén Moreira, cuando en el 2016, para “solucionar de fondo el problema de pensiones”, reformó la misma Ley aumentando el 100% de la cuota para pensión a los inscritos en el régimen transitorio, que pasó del 6.5% al 13% de su sueldo, además de incrementar casi 7 años de servicio a todos los trabajadores. Por supuesto que para su voracidad, la “solución de fondo” no fue suficiente, de tal suerte que hoy, “generosos y magnánimos”, para beneficiar a los futuros pensionados, Carlos y Miguel modificarán la Ley para incrementar, otra vez, la cuota de los trabajadores. Con el Congreso controlado por la mayoría priísta, los educadores en activo difícilmente podrán evadir este nuevo atraco, que también afectará el dinero de todos los coahuilenses.

Esa es la gran oferta para los trabajadores. Un nuevo espejismo en tiempos de precampaña electoral.  

En su discurso, con sonrisa sarcástica, Riquelme exhortó al magisterio: “…les pido seguir unidos, así nos ha ido bien. No escuchen el canto de las sirenas. No existe, ese no existe”. Para que no haya duda de su lealtad y subordinación, agregó: Quiero reconocer al sindicato…y sin lugar a dudas a la representación del SNTE en Carlos Ariel Moreira”.

Satisfecho, Riquelme dijo estar muy contento por su relación con la dirigencia sindical; orgulloso y ufano declaró: “Con nadie me voy a llevar mejor que con los dirigentes que ustedes escogen”.

Claro, cómo no va a estar contento con esos dirigentes amigos, que todo lo encubren y que no le exigen que pague los miles de millones de pesos que el Gobierno del Estado adeuda a los fondos de Pensiones y de Servicio Médico.  Cómo no elogiar y rendir pleitesía a sus dirigentes amigos, que para nada exigen el pago de las pólizas de seguro y retiro que desde hace 6 años se adeudan a más de 600 pensionados y a los deudos de quienes fallecieron sin haber recibido sus ahorros de más de 30 años. Cómo no estar de plácemes con dirigentes que no le exigen resultados por las “investigaciones” sobre las denuncias penales que presentó la Auditoría Superior del Estado, por el daño patrimonial de más de mil trecientos millones de pesos a las instituciones de seguridad social magisteriales, y cómo no estar satisfecho con dirigentes que tienen a su mando todo un regimiento de operadores electorales al servicio del PRI y de Manolo Jiménez, pero eso sí, exigen que nadie se meta “en la vida interna del Sindicato”.

Ya para cerrar el discurso que fue llamado a pronunciar ante el “gran líder sindical”, Miguel Riquelme se lució, jubiloso, alegre, lleno de contento: Esto tiene que ver con el diálogo. Con entender cómo suceden las cosas, cómo camina el gobierno. No tiene que ver ni con plantones ni con marchas. Yo no he firmado una sola iniciativa, no he caminado un solo metro con quienes están afuera de Palacio… yo lo he hecho con la institución, yo lo he hecho con quienes saben dialogar, saben consensuar y responden a intereses reales”.

En efecto, Riquelme negocia, pacta y se somete ante quienes, como él, saben consensuar y responder a intereses reales.  Cierto, los intereses que necesitan del contubernio y la complicidad para alcanzarse

A los otros, los que exigen respeto a los derechos humanos, sociales y laborales, Riquelme les responde con represión, desalojos violentos, cancelación del diálogo ofrecido y demandas judiciales por delitos inventados. 

Cuánta razón tiene Riquelme. Él no ha caminado con quienes estamos afuera de Palacio, la Coalición de Trabajadores de la Educación, que le hemos exigido, con plantones, con marchas, con demandas jurídicas, cumplir su responsabilidad. Él ha tenido que andar con nosotros, a golpe de sentencias emitidas por el Poder Judicial de la Federación, que nos ha concedido la razón en cientos de amparos promovidos desde 2016. No, Miguel Riquelme no ha caminado con nosotros, en realidad no le ha quedado más remedio que cabrestear, o se ahorca con las dos Resoluciones históricas (2018 y 2020) con las que la SCJN eliminó todos los artículos inconstitucionales que establecía la Ley del Servicio Médico de los Trabajadores de la Educación. 

Viéndolo bien, pobre Riquelme, no le ha quedado más remedio que “caminar” también con quienes mandan en Coahuila, porque de lo contrario…

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