Con pan y palo, Donald Trump logró retener una inversión norteamericana destinada a establecerse en Nuevo León. El pan lo recetó a través de la promesa de un jugoso paquete de incentivos fiscales; el palo, mediante la sutil amenaza de sacar a Carrier de la lista de proveedores consentidos del gobierno del Tío Sam.
Ya sea un afán por demostrar su intención de cumplir lo prometido, por asestar un golpe propagandístico temprano o por un interés genuino de proteger el empleo, con esta acción Trump encamina a su país a la boca del lobo.
No tardarán en llover noticias de empresas anunciando su decisión estratégica de trasladar sus operaciones a otro país, esperando recibir un cheque o un contrato. Cuando el gobierno decide utilizar el dinero del pueblo para tratar de desviar el inflexible cauce del libre mercado, las consecuencias son siempre funestas.
Y ya montados en ese populismo demagogo, no nos extrañe que su próxima decisión sea la prohibición de cajeros automáticos, de bombas autodespachadoras de combustible y el uso de tractores, para obligar a bancos, gasolineras y empresas agrícolas a contratar locales, ¿o no?
Querer relanzar como manufacturero a un país que dejó de serlo hace mucho tiempo para montarse en la era de la tecnología, el internet y los servicios, es un retroceso de magnitudes imponderables. Querer obligar a las compañías de su país a competir pagando ocho veces más en mano de obra, sacará a muchas del mercado y le pegará duro al bolsillo de los ciudadanos, quienes enfrentarán la escalada de precios. El consumo se desplomará y con él, el crecimiento económico.
La destrucción de empleos es consecuencia propia de una economía desarrollada y del intercambio comercial. No es algo negativo, pues vuelve a ésta más competitiva, más eficiente y, con el tiempo, generadora de más y mejores fuentes laborales.
Si realmente Trump quiere impulsar el empleo, debe comenzar por replantear el seguro de desempleo, ése que encarece la mano de obra y mantiene legiones de holgazanes a costa de los contribuyentes.
El populismo impregnado de proteccionismo es un binomio peligroso e insostenible, generador de crisis. Un callejón sin salida. A los mexicanos nos preocupan las acciones de Trump, pero sus gobernados debieran estar aterrados.