Caravana Migrante

Una Caravana Migrante se construye hace años y desfila por caminos infames y carreteras de la muerte (viajan estos migrantes, abandonados del mundo, en un tren infrahumano llamado La Bestia, propiedad del arrogante magnate minero, Germán Larrea).

Hoy deambula pobre y saqueada, la versión 2018 de esta Caravana interminable. Cruzando países y librando fronteras, recorriendo estados y municipios, nadando en aguas fangosas y en ríos cristalinos. Sudando y sangrando, orando y llorando.

Son gente fuerte de alma limpia, la mayoría de estos desheredados.

Migración

¿Por qué migra la gente, se han preguntado?

Es estúpido pensar que dejan su casa, a sus viejos y amigos, sus pueblos y hasta su patria, solo por ser aventureros o por inadaptados.

La gente migra por hambre. Migran familias enteras porque sus gobiernos no son capaces de darles oportunidades de desarrollo, empleo suficiente y digno, ni hay como vivir dignamente en esos sitios donde el crimen y la corrupción son el pan de todos los días.

¡Migrantes somos todos!, reza una frase popular.

Y es que en nuestro pasado reciente, todos traemos el ADN de un migrante. Entonces, para juzgar al migrante por sucio o demacrado, tenemos que recordar nuestro origen y al remontarnos a él, pudiésemos imaginar las penurias y vejaciones que sufrieron antepasados nuestros para llegar al sitio deseado para recomenzar la vida.

Para una segunda oportunidad.

Y entonces habremos de caer en la cuenta de que, sin esa aventura dramática de nuestros abuelos o bisabuelos, nosotros (nuestros padres, hijos y nietos) no estaríamos como ahora, naciendo y viendo libres, en un patria que sin empacho decimos nuestra.

El Sueño Americano

Llegar a los Estados Unidos, quedarse ahí y empezar de nuevo (ahorrar dólares a base de trabajos de empleado menor, sufrir discriminación y victimización por nuestro color de piel o nuestra forma de hablar y de ser; para regresar un día a la casa en México, con un futuro “que comprar”), eso es… El Sueño Americano.

Pero más al sur, miles de migrantes huyen de su país en Centroamérica, hartos de la violencia, las sectas, carteles y pandillas, y del hambre y falta de empleo honrado. Esas miles de familias no esperan llegar hasta Gringolandia ni quedarse a vivir ahí o ganar dinero para regresar a casa, con llegar a Guatemala o a México, están contentos.

Y cuando llegan, imaginan que estos países (el nuestro inclusive), los tratarán bien a ellos , porque esas tierras nuevas tienen el fenómeno de la migración igual que el de ellos, que nuestros migrantes mexicanos son tratados muy mal allá en Estados Unidos.

Entonces, sus sueños se derrumban cuando ven que no es así.

Que… como nos discriminan los gringos igual discriminamos a los de más al sur. Que… como ven a nuestra gente los vecinos al norte, cual criminales, así vemos nosotros a los migrantes que llegan a México.

¿Acaso ignoramos que nosotros en México, somos el sur gringo?

Luego sienten en carne propia que acá también hay crimen y muerte. Que acá también hay hambre y falta de oportunidades. Que la corrupción es la constante en los gobiernos y que la gente no importa a los políticos, esos que con tanto cinismo y soberbia, han gobernado.

El costo de llegar

Para llegar al sitio del sueño, estos millones de migrantes venden todo en sus lugares de origen y abandonan todo en sus patrias.

Se despiden de padres y hermanos, hasta de hijos y abuelos, tantas veces para siempre.

Como saben que soltar es difícil, se imponen el autocastigo de no voltear para atrás. Emprenden la marcha resueltos a perder hasta la vida. Y muchos mueren en el intento, y tantos: son violados, asaltados, mutilados, vejados de toda forma posible y aun así, siguen adelante porque su fe es de fierro, porque su amor a la familia es verdadero y porque su sueño es de vida.

Sueñan con los ojos abiertos, por una vida mejor.

Veamos con otros ojos

Veamos con otros ojos a la Caravana Migrante.

Veamos ahí, en los migrantes que caravanan, el retrato del pasado que nos repite la historia que vivieron los que antes de nosotros “soñaron”. Porque, con su sueño y su enorme sacrificio, nos regalaron la Patria que hoy nos cobija.

¡Viva México, sí, y que vivan los Migrantes que nos dieron Patria y Libertad!

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