Carta a Gabriela De León Farías.

Gabriela María De León Farías.

Lleva usted apellidos de Saltillo y de Ramos Arizpe. En teoría genealógica es usted una mujer de aquí. Pero su conducta en la presidencia del IEC, no la hacen de por acá. No somos perfectos en estos lares, pero somos derechos, nobles y leales (nos empeñamos en serlo y parecerlo). Usted Gabriela, está lejos de serlo, y del parecerlo ni hablamos.

Ha traicionado a su gente Gabriela, vendió a Coahuila. ¿Hay algo que la motive a fregar a los coahuilenses usando sus privilegios temporales, o se ganó un premio por vendernos, por venderse?

“Vende caro tu amor, aventurera”. Reza la estrofa de una sabia composición de Agustín Lara… “Vende caro tú amor, aventurera. Da el precio del dolor, a tú pasado. Y aquel, que de tú boca, la miel quiera. Que pague con brillantes tú pecado. Ya que la infamia de tú ruin destino. Marchitó tú admirable primavera. Haz menos escabroso tú camino. Vende caro tú amor aventurera”…

¿Fue usted amenazada en su integridad familiar? Por favor díganos que sí, para tratar de odiarla menos.

Cómo puede usted dormir tranquila señora Gabriela, ¿cómo? Su conciencia debe estar obnubilada. ¿Los cínicos son ellos, verdad Gabriela, usted es solo un trapo sucio que se usó para limpiar la mugre electoral?

¿Tiene usted familia Gabriela, (abuelos, padres, tíos, hermanos, marido, hijos, nietos acaso); los ve a los ojos luego del fraude electoral en el que cumplió su criminal rol? Seguro entiende que su acción dirigente ha jodido a Coahuila, por generaciones. Cuándo Miguel Riquelme (el espurio) levantaba titubeante, temeroso y demacrado, la constancia “de mayoría” (emitida por usted y por su oficina demencial) usted lloraba Gabriela. Lo hacía en silencio, eso fue palmario.

Su rostro Gabriela, era de una mujer derrotada por la culpa, devastada por el cargo de conciencia. Debemos saber que así fue, que la culpabilidad la corroe y la condena en su juicio interior (en su raída alma gitana).

¡Vendió el alma al diablo Gabriela, y no es retórica, es demoniástica!

Usted y Los GATES (Fuerza Coahuila) fueron los instrumentos desestabilizadores, los vehículos del descontrol y de tantas violaciones a la ley y a la decencia. ¿A quién señora, pueden decirle que se parece a Los GATES, que son de la misma calaña, que son cómplices del mismo gañán (pero ellos ya eran así), y no ofenderse?

¿Se da cuenta de lo que ha hecho, a más del robo electoral al que se prestó, nos robó el crédito en el INE, en el IEC? De aquí en delante iremos a juegos sin confiar en el árbitro. Acabó usted con la certeza y confiabilidad del INE, no sé si hasta siempre o solo por 25 años más (como la MegaDeuda, de ellos, de sus jefes).

Hínquese ante la tempestad Gabriela. Haga una visita al Santo Cristo de la Capilla. Confiese su pecado. Porque la verdadera justicia, para usted y para él (para ellos), será divina y despiadada. Dios no puede perdonar, aun siendo un padre bueno, una infamia tal. Pero el arrepentimiento ante la muerte es gracia divina. Usted no ha muerto del cuerpo (y Dios le dé larga vida), pero socialmente está liquidada. Y su espíritu, Gabriela, ha fenecido ante el latrocinio electoral y la consumada infamia.

El juicio final está cerca, dicen los astrólogos. Yo no sé si es cierto, pero me preparo. ¿Y usted Gabriela, está preparada para el juicio en la tierra (en Saltillo, en Coahuila, para el lapidario juicio de la historia), y si cree, para el juicio final? Acuérdese que ellos (que él) no cree más que en el dinero y el poder (y esas miserias terrenas son dioses paganos).

¿Sucumbirán juntos Gabriela María, ese es su destino, o ya la usaron y tiraron, a lo Moreira, y no lo ha notado?

¿Y si viene la cancelación de la elección, y si procede la nulidad y se convoca a nuevas votaciones, y si hay castigos Gabriela, caerá usted con la culpa de tantos y la suya, la dejarán sola (como está, sola; como estará, sola), quemada, juzgada; culpada por cómplice del robo, y por defensora del ultraje?

Por cobarde Judas Electoral, Gabriela, (con 30 monedas pero sin beso, sin haber estado sentada alguna vez a la mesa de la partición del pan, como Judas, Gabriela).

¡Dios salve a Coahuila… de los propios coahuilenses!

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