LAS VERDADES: A los militares no los entrenan para perseguir delincuentes. Los militares no pidieron hacerlo. Los militares estarían contentos de regresar a los cuarteles. Los militares no tienen un marco jurídico que delimite y proteja su actuación. Los soldados ya no están tan dispuestos a entrarle a los balazos por las repercusiones que pueden tener.
LAS ACLARACIONES: Los militares seguirán combatiendo al crimen organizado en las calles… aunque no les corresponda. Los militares hacen bien su trabajo. Los militares tienen que plegarse a leyes que no han sido delimitadas. Los militares hacen el trabajo de policías.
El general Salvador Cienfuegos hizo dos discursos. Pocas palabras, muchos conceptos. En uno de ellos habló, era una inauguración, hasta de la falta de presupuesto. En otro, conferencia de prensa, respondió a preguntas. Conste, es muy distinto.
Una de ellas, interesada, con jiribilla, provocó una respuesta en automático, directa, que fue inmensamente sacada de contexto, que se convirtió hasta en una “exigencia”. Y estoy cierta que no fue la intención del general Secretario, quien simplemente dijo, lo que todos sabemos, que el alzaría no una sino las dos manos para regresar a los cuarteles.
Los militares, lo sabemos, no fueron entrenados para perseguir delincuentes. No es nuevo que lo diga el Secretario de la Defensa Nacional. Los soldados “ya se la están pensando si le entran a seguir enfrentando a estos grupos con el riesgo de ser procesados por delitos que tengan que ver con derechos humanos” ya lo sabíamos quienes estamos interesados por temas militares. La mala ecuación es simple: Los soldados ponen las balas y, también ponen las vidas. A los criminales se les deja en libertad con gran facilidad.
La omisión inmensa del Estado Mexicano es no tener la voluntad política, en todos los niveles de gobierno, para transformar las policías federales, estatales y municipales de forma tal que los soldados puedan regresar a los cuarteles. A cumplir con su obligación constitucional. Pero como esto no sucede, como no hay policías que sirvan en nuestro país, los soldados tienen que seguir fuera de los cuarteles. Esa es la realidad.
El general Cienfuegos no habló de regresarse a los cuarteles, de no cumplir con órdenes presidenciales para seguir dándose de balazos sin garantías legales. Simplemente señaló realidades. Realidades que no se están cambiando, que no parece que puedan cambiarse en los próximos meses, durante la duración del actual mandato sexenal.
¿Qué quiere Salvador Cienfuegos? Supongo que, por encima de todo, que entiendan su realidad. Que vean que problemas existen al interior de las fuerzas armadas, que analicen cuál es la realidad de una institución a la que le ordenan disparar, poner los muertos e ir a la cárcel por hacerlo.
Esta realidad, por decir lo menos, está canija.
A esto hay que agregarle la falta de un marco legal, de una legislación que diga cuándo, cómo y por qué deben actuar los militares. Si el general Cienfuegos dijo que los gobiernos estatales han fallado en la tarea de profesionalizar sus policías, lo dijo porque es la verdad. En síntesis, el Secretario de la Defensa Nacional no expresó sino verdades, a borbotones, que todos sabemos. El hecho de que lo haya dicho, de que la suma de estas verdades haya sido magnificada en medios de comunicación, y que se traduzca como otro discurso… es lo importante. ¿Por qué? Porque es una suma de verdades que pone en jaque al actual gobierno, al Estado Mexicano.
Preguntémonos por qué tenemos a los soldados en las calles. Por qué hemos permitido como sociedad que los gobiernos estatales se crucen de brazos ante la corrupción e incapacidad de sus policías. Por qué el gobierno federal redujo el presupuesto para la seguridad. Preguntémonos, respondámonos qué está pasando. Uno de los protagonistas, el general Secretario de la Defensa Nacional, ya habló. Dijo verdades que si se suman son tan fuertes como la realidad que vivimos…
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