Una degradación es una ceremonia de deshonor. Esto, en el estricto y formal protocolo de la justicia militar. Ante una falta muy grave, con un juicio castrense, se pasa al frente al uniformado y se le retiran los galones e insignias, ¡arrancándoselos con deprecio! Deshonrándolo (porque él, con sus actos indignos, deshonró el uniforme, y dañó a la institución). Degradación es también la baja de categoría, la disminución de la temperatura o los grados adecuados. Degradación es en síntesis:, la disminución del ser, la minusvaloración del poder.
Así pasa hoy en la noble tierra coahuilense. Por acciones de su gobierno, se desprestigia la tierra. Por ello, este amado Coahuila, sucumbe a una ola de degradación de su prestigio. Los malos, los corruptos, los impunes y malvados, se llevan entre las patas políticas, el nombre y los galones del pueblo que prometieron servir, que juraron proteger. Quién debe servirla, la ultraja, la vulnera. ¡Traidores!
Un Moreirato transexenal azota a Coahuila. La sociedad política quedó atrapada primero y reducida después. Los personajes de la escena política, fueron golpeados, reducidos, trasquilados. Un par de hermanos y tras de ellos (y la fortuna), su basta familia; secuestraron la entidad. Se adueñaron del poder y del gobierno. Una anemia social, se escondía tras las correosas flacuras de uno y las regordetas carnes del otro. Pero son Moreira, y son lo mismo… los mismos.
Un primer sexenio “del populismo”, solo un disfraz. Uno de mucha obra pública y de apoyos al desposeído. Un sexenio que en la fachada fue de rescate de la gente, pero en sus entrañas era de criminalidad indecible, de complicidades y enredos con el crimen. De tanto dinero circulando y limpiándose. Terminó mal, con una MegaDeuda, con falsificaciones y huidos, con riquezas injustificadas. Con una herencia tan maldita que incluía al hermano sucediéndolo, y a su familia y cómplices, enquistados en el poder y el presupuesto; cual sanguijuelas al botín.
Luego este sexenio y todo (esto, eso y ellos), un Moreirato infame. El ocultamiento de todo lo anterior. De lo que este Moreira (Rubén), es cómplice y beneficiario de todo y de aquel (Humberto). Más deuda, más fraudes, todo opacidad. Una espiral de mentiras que no acaba. Un gobierno de caprichos y de antojos, nunca de planeación y congruencia, menos de pertinencia.
La agenda la dictan, los (ilegítimos y antiéticos) negocios desde el poder. Los nombramientos y hasta las dependencias inventadas, todo obedece a la única idea del enriqueciendo ilícito y la distracción del presupuesto. El gobierno está lejos del pueblo, se sirve de él en vez de servirlo. La soberbia, el espionaje y la censura, son las herramientas del sometimiento social, empresarial, político, eclesial y mediático.
Las cuotas, los sobornos, los moches y comisiones, ya no son suficientes. Ahora, se construye con empresas de los gobernantes, de estos mismos. Los apoyos sociales son exiguos y surtidos por incondicionales o por ellos mismos, vía prestanombres. Nada se compra, nada se surte, si no es proveniente de ellos mismos. Y aun así, no es suficiente. Ahora, se optó por tomar el dinero del cajón, desvalijar a la tesorería de manera directa. La idea, empresas fantasma para simular compras fantasma. Lo único cierto, el cobro del dinero público y su traslado a cuentas personales y dirigido a paraísos fiscales y compras de propiedades y negocios. Chile, Uruguay y otros destinos, ya se investigan.
Las denuncias periodísticas nacionales, las denuncias en medios extranjeros, expedientes y juicios abiertos en España y Texas. Querellas ante La Haya de Holanda y la PGR. Los agravios denunciados: peculado, robo, corrupción, enriquecimiento, colusión con el crimen, lavado de dinero. Episodios recientes de exterminio y sobornos. “Toda una entidad y un gobierno, sirviendo a la mafia”.
Las pruebas salen, las evidencias se exhiben, las facturas se filtran del mismo gobierno, por funcionarios sometidos y hartos. La degradación política y financiera, el desprestigio nacional e internacional, nos arrastran al desfiladero. Pero el culpable es el gobierno Moreira, son los funcionarios cómplices y enriquecidos, con ellos. La hora ha llegado, la cloaca se ha abierto y la inmundicia recorre las calles. El juicio ejemplar debe seguir a estos acontecimientos, de renuncias obligadas y de la acción militar para detener personajes y piezas clave.
Ha iniciado el proceso electoral, a la par del deterioro. La sociedad agraviada por tanta ley contra La familia y contra ella, harta del robo y las criminalidad desde el gobierno, pide sangre. Los partidos se deslindan de sus coludidos y los oportunistas llevan agua a su molino.
Una camada de gente honesta debe surgir y rescatarnos del lodo. Coahuila tiene remedio y urge de políticos y ciudadanos que por amor y ética, la salven del abismo. En pocos meses, se renueva la gubernatura, el congreso y las alcaldías. Es la oportunidad de quitarnos a todo resabio del Moreirato, disfrazado de cualquier color partidario.
Dios bendiga a Coahuila, y nos libre de los traidores.
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