Los tiempos actuales suenan bofos, huecos, vacíos de contenido esencial, configurados en una sociedad que permite y por lo tanto es cómplice de su destino.
“Yo sólo sé que no se nada. De hecho, nadie sabe nada, y lo peor es que no lo saben. Yo soy quien debe decírselo, ya que yo lo sé… pero se supone no sé nada, lo que me lleva a deducir que yo no soy nadie”.
Decía Sócrates, escribiendo en un libro ajeno.
La incertidumbre, esa sensación que puede provocar inquietud a la hora de enfrentarse a lo desconocido, lejos de ser el “mayor enemigo para un emprendedor” como dicen algunos, debería ser una instructora e incluso una compañera de viaje.
Si bien es cierto que es duro al principio lidiar con ella, una vez que la conoces y aceptas que forma parte de tu camino, aprendes a disfrutar de su compañía.
Pienso en esa aventura que inician los emprendedores, deben tener presente que serán solo ellos quienes se metan y salgan de situaciones difícil. Aquí no vale el echar la culpa a nadie, eres tú el que te arriesgas y ganas o pierdes.
Lo bueno del asunto es que, a medida que avanzas y aprendes ciertas cosas, puedes optar por plantearte las situaciones desde otra perspectiva. Y es que toda situación difícil es una oportunidad para aprender sobre ti y cómo salir adelante.
Vivimos en un país en el que nuestra sociedad normalmente tiene unos objetivos profesionales y personales concretos, muy bien definidos a lo largo de los últimos años y que rechaza toda opción que se salga dentro de su digamos, “círculo de seguridad”.
Acomodados en ese círculo de seguridad, toda opción fuera del mismo puede provocar tanto miedo que la más mínima idea de salir y enfrentarse a un montón de situaciones fuera de lo normal es rechazada sistemáticamente. Toda escusa es buena para permanecer en el círculo y, todo el que ha salido de él mismo con éxito según ellos ha sido exclusivamente gracias a la suerte, mientras que los que no han tenido éxito simplemente son fracasados que se han metido donde no les llamaban.
Esto es aplicable tanto a lo personal como lo profesional, lo cierto es que no hay reglas escritas para vivir la existencia y tener éxito mientras lo haces, pero lo que es seguro es que hay que mojarse para vivir y aprender cosas que jamás harías dentro “del círculo”.
Ahí es donde la incertidumbre es una gran maestra, te fuerza a reaccionar de forma distinta y aprender tanto de la situación en la que estás, como de las personas involucradas en la misma y, sobre todo, de tus límites y posibilidades.
Casi siempre hay un camino posible para alcanzar un objetivo o salir de una situación no favorable y, en algunas ocasiones, es posible encontrar posibilidades que jamás te hubieses planteado.
En definitiva, la convivencia cotidiana con la incertidumbre antes se culpaba al destino de las desgracias, ahora es el hombre el responsable, por acción u omisión.
En este proceso surge la creatividad como elemento para crear nuevas maneras y formas, sin embargo, esa extraña sensación a lo desconocido nos lleva a detenernos en ocasiones.
La dualidad entre la seguridad y lo incierto nos lleva a la desesperación, sentimiento que afecta completamente nuestro sistema vital y la actitud ante las posibles soluciones.
Es cruel la incertidumbre, versaba una antigua canción de la trova yucateca y sobre todo es cruel cuando realizamos acciones que no van de acuerdo con nuestros valores y por ende nace de inmediato esa pesadumbre.
Las injusticias que vivimos día a día y que vemos que otras personas sufren pueden generarnos incertidumbre si no somos capaces de solventarlas. La falta de control sobre esas injusticias hace que dudemos de nuestra capacidad para predecir el futuro. Ante esta situación suele aparecer cierta atracción por ideologías extremas y grupos que prometen acabar con esas injusticias.¿ Les suena conocido?
Refería Kant que :”Se mide la inteligencia del individuo por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar.” Y bueno, aunque se pudiera diferir del enunciado algo hay de razonable en ello, el ser humano se fortalece cuando vence lo desconocido y toma el riesgo, pero ello será otro tema.
Cruel destino del que enfrenta la incertidumbre y se vence, se desespera y es derrotado por sus mismos demonios internos. Salve el día.
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