Coahuila: los vacíos del poder (2da parte)

Para Saramago: “Es hora de aullar, porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan y no hacemos nada para contrarrestarlos se puede decir que nos merecemos lo que tenemos”.

Los vacíos de poder son desastrosos para cualquier sistema político. Son grietas insalvables que amellan los propósitos de los dueños del poder o al menos de los detentadores de este y es ahí, el momento en que otros grupos incluso la sociedad organizada, puede imperar y decidir por las opciones que considere mejores o menos peores, que el contexto en que se soñaron las acciones del poderoso.

Coahuila, hoy día vive un vacío de poder a un año de la sucesión en la administración del ejecutivo, pero vamos por partes en el análisis.

El antecedente del modelo moreirista fue el gobierno de Martínez y Martínez, que configuro un grupo compacto que había sumado a los diversos grupos del estado principalmente al insalvable Torreón. Sifuentes Guerrero y su burbuja, Javier Guerrero; en Saltillo: Alejando Gutiérrez, Mario Eulalio Gutiérrez, en Monclova: Tamez, Harb, Gil y en el Norte: Santos, Bress y todo lo que estos apellidos significaban junto con sus equipos, constituían la amalgama del poder, lastima que al final las cosas no salieran como las planeaba el experimentado político saltillense.

Humberto trato de corregir la plana con el grupo lagunero agraviado y sumo a su gobierno a Riquelme, Olmos, Reyes Retana y sus alfiles quienes le recuperaron la plaza y empezó a tejer hilo fino con los grupos de centro y norte. Solo en Saltillo no lo quisieron nunca.

Desde la oscuridad, el dictador Rubén “N” asechaba y su gobierno mas que trabajar en el enlace político, fue uno de la búsqueda constante de cómplices para embarrarlos en sus trapacerías y así dominarlos, la clase política se fue rindiendo por las buenas o por las malas.

La compra de la gubernatura por 90 millones de pesos fue un elemento que forzó más a una la sumisa relación con el actual gerente, quien había comentado a su gente allegada que solamente sería un año de pago de esa deuda política tanto con el dictador, como con la hechicera hidalguense. Pero las cosas no funcionaron de esa manera y la razón principal se debe a la ambición de poder desmedida del hermano sangre de controlar no solamente la administración, sino las alcaldías, las diputaciones, las direcciones de escuelas de la UAdeC y hasta las sociedades de alumnos, en esa terca demencia que le aqueja.

Hoy día, a menos de un año de la elección del ungido, se ha cantado una candidatura en los últimos dos años en el delfín del Moreirato y heredero de la 4ta etapa del sistema político de los hermanos sangre y terror: el famoso príncipe Manolo.

Su arribo a la secretaría de repartir dinero es la plataforma idónea para formar alianzas en el estado con alcaldes y diputados y su acción en lugar de ser de entrega de insumos esenciales a los ciudadanos, se convierte en un mitin político semana con semana. Sin embargo, es mayor el gasto en publicidad del príncipe encantador que los mismos estímulos que son repartidos a la gente.

Por parte de Riquelme, quien al principio solo rechinaba los dientes, se ha implementado una jugada que trata de equilibrar la balanza política a fin de dar oportunidad a alguien de su grupo en la contienda ya sea como cabeza de puente o caballo negro. De esa manera ha reforzado la administración del alcalde Cepeda, integrado a Bres a su gabinete y consolidado a Olmos en el Congreso, con miras a controlar al PRI estatal.

Rubén “N”, solo tiene una jugada y la generó muy temprano creyendo que aun puede dominar a los grupos de poder coahuilense que acechan y conjuran.

———————————————————————————————————————————————————————
* “El contenido, conceptos y juicios de valor del presente artículo son responsabilidad del autor y no necesariamente son compartidos por la Edición, y/o los propietarios de este Periódico”.
———————————————————————————————————————————————————————

Compartir