Definitivamente, Coahuila es un estado con capacidades diferentes; de esta manera resulta menos hiriente y discriminatorio describir la forma en que, sin distinguir clases sociales, género u oficio, la pasión ciega las mentes de sus habitantes.
Se ha terminado la jornada electoral más sucia de la que puedo acordarme en mi escaso casi medio siglo de vida; en estos años he visto como destapan a un candidato, mientras el otro suspirante hace antesala en Los Pinos; he visto el Cerro del Pueblo, en Saltillo, con mi nombre escrito a toda luz; he visto perder candidaturas por pronunciar una palabra incómoda en un discurso, prueba irrefutable que el inconsciente se adueña de la persona al momento que ésta deja de poner atención en lo que hace o dice; en fin, todas las elecciones tenían lo suyo y se ganaban “de calle” con discursos que vendían esperanza y paz social.
El discurso de la lección de este año vendió una guerra de todos contra todos; los candidatos de los grandes partidos salieron mediocres, grises y sin propuestas; mientras uno cantaba “Menos política y más carácter”, avecinando un gobierno altanero y cerrado a la razón; el otro coreaba la muy trillada palabra “Cambio” y vendía todo su Plan de Gobierno de UN sólo día: “Sacaremos al PRI de Coahuila”. ¿Y los otros cinco años, once meses y 30 días, qué harías? ¿Se la pasaría correteando a cualquiera que portase una credencial del PRI?
Al otro candidato, el mejor para mi gusto, le faltó imagen y al independiente, simplemente no le creyeron eso de ser independiente. Mientras tanto, la sociedad agachada, seguía la doctrina de casa y se ponía la camiseta del color correspondiente al equipo favorito de su grupo social; sin importar el origen ni la trayectoria del candidato que fuera, la gente apoyó fervientemente a quien sea, mientras éste sea de “su clase” –en Coahuila la discriminación no es por raza, es “pseudosocial” y en los departamentos de mercadotecnia de los partidos políticos lo saben.
El cuatro de junio fue el día de la elección, tal cual y como una mala película de zombis, la gente emitió su voto, siendo el único objetivo en común el de que el PRI perdiera; esa era la consigna de la mayoría, y la del PRI, la de no dejarse vencer, “haiga sido como haiga sido” su candidato sería el triunfador.
Un muy buen amigo, el Licenciado Elías Cárdenas Márquez, comentó alguna vez que platicamos en la sala de su casa, que en la operación de la neo política mexicana “se le ven las manos al mago” y la elección del pasado cuatro de junio fue prueba de ello; la trampa fue cínica, burda y sin clase; se robaron deplorablemente la elección a gobernador.
La reacción de la sociedad fue de la manera más primitiva que pudo haber sido. No se fijaron que las elecciones no son ejercicios organizacionales, son ejercicios de medios masivos de comunicación. Si bien salieron, todos unidos, vestidos de color blanco, a defender la democracia; la forma de reclamar de los damnificados candidatos fue patética; formaron el comité “Por un Coahuila digno”, la política no es teatro sino el arte de la actuación y al menos que puedas fingir con sinceridad, no llegarán a ningún lado en este asunto de elecciones. ¡Nadie nunca le ha mandado a hacer una estatua a ningún comité!
¿Si durante la elección, al cierre de cada casilla, todos los colaboradores se llevaron un acta firmada por todos, con las cifras de los primeros conteos “rápidos”, qué hizo que no presentaran esas actas al día siguiente? ¿Estamos en la era de las “selfies”, por qué no se tomó la precaución de tomar una fotografía a esas actas de cada casilla? Si las urnas se pierden, las violan o las adulteran, ya sería irrelevante; cada representante de casilla habría tenido forma probar el fraude electoral en el caso de que el conteo oficial no correspondiera con lo que ellos firmaron. El circo se montó y de nuevo se tomó ventaja de la ingenuidad de los coahuilenses; la marcha solo sirvió para darle un peso específico a una negociación en donde se reparten México para seguir en el tan lucrativo negocio de las elecciones.
Coahuila tiene capacidades diferentes, por un lado es un estado muy productivo y que puede beneficiar económicamente campañas fuera de la entidad; pero por el otro lado, tiene una densidad de población muy baja, lo que significa que nuestros votos se diluyen en una elección federal; es decir, simplemente no hacemos mella. Nuestros gobernantes, de cualquier color o sabor, pueden hacer y deshacer a su antojo mientras los dineros sigan saliendo puntualmente hacia los candidatos que así convenga; saben que en este negocio, quien no pague sus deudas está acabado. Así como nuestros compatriotas a pesar de esas capacidades, ganan medallas, muchas de oro en los juegos paraolímpicos; ya también nuestro querido Coahuila gana si la sociedad aprendiera, se educara y cuestionara a sus candidatos.
¿Qué hace que a sus trabajadores domésticos les lleven una bitácora con registros de hasta los vueltos que entregan y a los funcionarios públicos les dan un cheque en blanco? Así como los trabajadores domésticos se encargan de la limpieza, mantenimiento y preparan los alimentos de los patrones, los funcionarios públicos son nuestros sirvientes y son responsables de la limpieza, mantenimiento y bienestar de nuestras comunidades.
TODO COMIENZA EN UNO
OS