Con el apoyo de la comunidad internacional y la negociación entre las dos partes, los requisitos parecían muy sencillos de cumplir: El reconocimiento a los acuerdos firmados en La Habana necesitaba únicamente el 13% de la aprobación y, por supuesto, ser el voto mayoritario en una consulta ciudadana.
Sin embargo, la baja participación electoral y una serie de factores dieron la vuelta a lo que se percibía como inevitable y que pondría fin a la guerra. Con una diferencia de 50.000 votos, Colombia decidió por el NO.
El abstencionismo fue el verdadero protagonista: el 62.3 de los electores no votó. Los analistas culpan a la poca confianza que tienen los colombianos en sus instituciones, a las condiciones climatológicas del domingo y que los partidarios del SÍ y del NO complicaron el tema en lugar de aclararlo.
La boleta contenía una sola pregunta y dos opciones: ¿Apoya usted el acuerdo final para la resolución del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera? SÍ o NO
De acuerdo con María Lucía Ramírez, líder del Partido Conservador, los acuerdos de La Habana dejaban a las FARC en condiciones muy ventajosas con 10 escaños en el congreso colombiano (5 en cada cámara) durante dos periodos y la posibilidad de competir por puestos de representación política aunque hayan cometido crímenes anteriormente, algo prohibido por la Constitución.
Información por Hipertextual
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