Para este espacio tenía reservados temas menos caóticos y crueles, sin embargo, la aparición de Beto Moreira, en el funeral de Don Eliseo Mendoza, y sus desatinos, suspendieron el envío y pasamos a la noticia de la semana en el seno de la política comarcana.
La política amén de tener sus reglas, también tiene sus señas y mensajes, por principio la ausencia del hermano mayor y dueño, hasta 2023, de los destinos de Coahuila no solamente fue un claro sello de entendimiento, sino un significado mayúsculo para la dinámica de la sucesión en Coahuila.
Hasta difunto, Don Eliseo, está dando lecciones de política y Dios lo tendría en santa paz, pero estos barbajanes no lo dejaron.
La prensa local, cercó a Beto y a esté, después de estar en las sombras en los últimos años, se le fue la lengua, hasta que prácticamente le retiraron las cámaras y micrófonos.
Agraviado por Calderón, cuando se negó a que el estado fuera intervenido por las fuerzas federales para neutralizar a los grupos criminales que habitaban el estado (decisión alentada por el ausente hermano mayor); luego despedido por Peña Nieto del PRI a fin de que el lastre de la mega deuda pública de Coahuila, no le afectara al candidato presidencial; afectado emocionalmente por la lamentable pérdida de su hijo y para colmo de males, eliminado como diputado plurinominal de Coahuila a manos del tirano Moreira grande. Resultó evidente que en la primera oportunidad que tuvieran para manifestarse, irían a saltar chispas, como en realidad sucedió.
Aun en el sexenio de Rubén, ya su hermano había denunciado una serie de tropelías en materia de seguridad en el gobierno del primogénito inclusive había dejado claro que aquel era gobernador porque el profe bailarín lo había impuesto.
Hoy día, mas contundente se va al fondo de los odios y rencores atesorados y no solamente confirma la imposición, sino que condena el resultado de la elección de Hidalgo.
De las lancetas que envió Beto recogemos: “No estoy en el PRI. El Clavillazo me dijo adiós ¿Cómo se llamaba? Enrique Ochoa y estaba de presidente Peñita”; “Estas pendiente Peña, cuando te vea para reclamarte algunas cosas, traidor, ingrato.”; “Calderón, el mayor ratero que ha tenido México. Hubo un señor que cuando se robo la presidencia inventa una guerra sin haber tenido la estrategia para combatirla y queremos que se acabe.” “A mi hermano el Caín, yo lo puse como gobernador, aunque se oiga mal, es la verdad, eran las formas del partido”; “En Hidalgo va a ganar Julio Menchaca y no se hagan bolas, va a ganar dos a uno, él es un hombre honesto, responsable, preparado, bien capacitado, les estoy diciendo las virtudes que tiene, además yo no escogí a mi cuñada, perdón yo escogí a mi esposa y mi esposa a mí. Ni a los hermanos escoge uno.”
Humberto no llegó a su natal Saltillo a un funeral, sino a anunciar que estará al lado del candidato de Morena que se designe y que seguirá impulsando la candidatura de Jericó Abramo, para no hacerle el caldo gordo a Rubén y con ello tener su revancha.
El cantado triunfo de Morena en Hidalgo no dependerá de él, sin embargo, la mayor alegría no será ver a Carolina derrotada, sino a Coahuila fuera del control de Rubén. Por esa razón, no calificó la administración de Riquelme, por ello habló mal de Calderón y rindió tributo a López Obrador, buscando el perdón presidencial al tema de la mega deuda que hundió al estado y lo tendrá así por los próximos 30 años.
Hermanos que lo compartían todo, hasta las ganancias de la administración pública y ni duda cabe (multimillonarios de la noche a la mañana en tan solo 6 años de mal gobierno) hoy se enfrentan en el entramado político y familiar, en una ocasión Beto se refirió al mayor como: “el hijo de mi mamá”.
El campo de batalla próximo, será después de Hidalgo, nuestra tierra y será enlodada por los odios y sombras de dos cabezas de grupo que tendrán una lucha intestina, que servirá al candidato de Morena para colocarse en el palacio rosa. Al tiempo.
El epitafio es simple: “Tenemos una foto de niños, yo estoy con un carrito y el Caín con una pistola”.