Bien dice el dicho:
Cuida bien lo que produces y despreocúpate de lo que consumes.
Jesús lo dijo “Enséñenlos a pescar, no les den pescado”.
El bozal y la yunta mancillan la voluntad de cualquier buey, así como los pesados tompiates doblegan a quien se resiste a trabajar. Nada hace mas libre a un hombre que saberse dueño de su voluntad, amo de su capacidad para subsistir y señor del esfuerzo que le garantiza la posibilidad de remontar con el sudor de su frente y el trabajo de sus manos. Pesados baldones cuelgan de los tristes hijos de la revolución, pues esperan justicia del reparto absurdo de lo que no han producido, quieren la entrega de tierras y riquezas ajenas para adquirir los frijoles que han de llenar sus barrigas. El pan se amasa con las manos y para hacerlo hay que cargar pesados fardos de agua y cosechar el trigo que crece bajo los intensos rayos del sol. Si, es verdad que la tierra debe ser de quien la trabaja, pero quien la trabaja no solo es el mozo que va a donde lo mandan, escarba en donde le dicen, siembra lo que le entregan y cosecha cuando lo envían. Mala maña prodigaron los socialistas de finales del siglo XIX, ¿A quien se le ocurre que las riquezas se deben repartir como si se tratara de las tunas de un nopal? La riqueza no se da sola, la riqueza se forma con inteligencia, sacrificio y tenacidad.
La riqueza es producto de quien la procura con grandes esfuerzos y no es para quien se forma en la fila de las dádivas. Dios nos llenó de talento para crear, “A su imagen y semejanza” dice la letra santa, nos hizo productores, sembradores y en el peor de los casos pastores o pescadores, que con esfuerzo podrán obtener del agua o del monte lo que el señor en ellos a dispuesto. Solo el que no puede desarrollar algo para aliviar las necesidades del prójimo, vivirá de piscar del árbol que no ha sembrado. Hay del que no tiene los arrestos para producir su propio pan, como parásito se le tratará y mas tarde que temprano se le sacudirá con rabia del cansado huésped que lo sostiene. Pronto fenecerán los tristes gobiernos que pretenden repartir con la siniestra el fruto del trabajo producido con la diestra ajena, como cáncer se les extirpará para ser arrojados al mas profundo abismo. Que gobierne entonces el ciudadano emprendedor, pues si el que produce está obligado a compartir, no es el ocioso e improductivo el que tiene o merece la atribución de repartir.
Como lo dijo la dama de hierro:
“Para salir de la pobreza no hay que repartir riquezas, solo es necesario fomentar que se produzcan”
y también lo dijo el bulldog ingles:
“El vicio inherente al capitalismo es el desigual reparto de bienes. La virtud inherente al socialismo es el equitativo reparto de miseria”.
Hoy se dueño de tu vida, artífice de tu éxito y señor de tu destino, produce primero y consume después.
¡Que Dios Nos Bendiga!