Nicolás Maquiavelo afirmaba “Mas le vale al Príncipe ser temido que ser “amado”, Sin embargo, nunca dijo que ambos conceptos pueden habitar en el mismo espacio. El pueblo puede repudiar a sus gobernantes y aún así preferirlos sobre otras opciones, por que le inspiran confianza. Esta última palabra “Confianza”, tampoco lleva en sus implicaciones la bondad o el bien actuar del que la inspira, mucho se ha oído decir “Mas vale malo por conocido que bueno por conocer” y ese tradicional refrán explica con detalle lo que en esta columna se pretende ilustrar.
El pueblo de México se caracteriza por una reticencia mayor al cambio, nos quejamos porque sabemos que nuestros gobiernos son moralmente corruptos, de actuar cinco y administrativamente caóticos; no obstante, los usos y costumbres que hemos adoptado para subsistir en este ambiente, nos hacen pensar que sería difícil o peligroso cambiar al gobierno actual por uno que garantice el orden y el cumplimiento de la Ley.
Mientras en Estados Unidos vemos como a un buen presidente en términos generales se le puede acusar por falsear información relacionada con lo que hace de la cintura para abajo, en Coahuila un funcionario encargado de la recaudación, afirma engreído, sin ningún motivo o fundamento legal, que al que consiga sus placas fuera del estado ¡Le saldrá muy caro! Infiriendo que se le molestará mientras transita por esta tierra, entidad que es parte de México y por lo tanto está sujeta al articulo 11 de nuestra constitución, mismo que habla de la libertad de transito, acto con el cual quebranta un principio fundamental de ley suprema y comentario que expresa sin consecuencias aparentes por parte de quien le manda y juró hacer cumplir la constitución.
Sentir la “Tranquilidad” de portarse mal sin ser castigado, es uno de los atributos por los que algunos prefieren vivir aquí y no en Singapur, donde al que lleva drogas, con seguridad se le sentencia a muerte. Este ambiente puede hacernos sentir confiados, pero no seguros, amen que derrumba ante el resto del mundo la confianza en los mexicanos, nos convierte en sátrapas y tramposos por definición y en objeto de discriminación y abuso fuera del país, ya que como reza el dicho apto para todo el mundo,
“Ladrón que roba a ladrón, tiene cien años de perdón”.
El cambio sin duda asusta y seguramente dolerá, pero las bondades de vivir con confianza en un gobierno cumplido, limpio y justo, reportarán beneficios que en seguida todos habremos de atesorar y que nos permitirán vivir como la mayoría hemos soñado, eso si, con un temor a la justicia muy parecido al temor de Dios.
¡Que Dios Nos Bendiga!