Conmemorar el cincuentenario de 1968, revivir esos hechos brutales de represión y muerte, no es masoquismo, tiene sentido y es porque el poder político siempre está al acecho para usar el garrote, levantar la bota para aplastar, patear y negar los derechos más elementales de los pueblos, ganados con sangre.
La del 2 de octubre fue una represión feroz, inusitada, cobarde que cortó de tajo con la vida de no se sabe cuántos estudiantes mexicanos, se estima que fueron 300 pero la cifra real se desconoce, no obstante, hay testimonios de las familias que perdieron a sus hijos de que aquello fue una carnicería con la consigna de no dejar huella de la matanza, los cuerpos desaparecieron, se presume que fueron quemados, fue un crimen de Estado.
El 12 de octubre, 10 días después de la feroz matanza se inauguraron en la CDMX los Juegos Olímpicos del 68, como si nada hubiera pasado. El presidente Díaz Ordaz, en su Quinto Informe, entre aturdidores aplausos ante el Congreso de la Unión de pie, asumió su plena responsabilidad de la masacre y 10 años después, casi se proclamaba héroe declarando que había salvado a México, de ese tamaño era su ofuscación y su extravío, pero para mayor ofensa, los funcionarios públicos del PRI, siguen usando el nombre de ese verdugo en las calles de nuestras ciudades.
La indignación por el 2 de octubre del 68 no muere, la semilla libertaria que sembraron los jóvenes de entonces germinó con una democratización que cristaliza y se abre paso a pesar de una clase política que en su lucha denodada por mantener la cultura del privilegio nos ataca con violencia decidida y audaz, sin embargo, la conciencia crítica crece y con la lucha ciudadana se ha logrado la autonomía de las instituciones del Estado federal; la alternancia política, las Comisiones de los Derechos Humanos, aunque las de algunas entidades sean poco menos que nada, el Instituto Nacional de Transparencia, el Instituto Nacional Electoral, con su veleidosa imparcialidad, aunque en la elección de julio pasado tuvo que reconocer el triunfo irrefutable de AMLO, también la visibilización de los pueblos originarios y la defensa de las libertades ciudadanas son algunos logros que se van fortaleciendo en el país.
Con la participación ciudadana se busca honrar a todos aquellos que contribuyeron, algunos dando su vida, al avance y defensa de la autonomía universitaria en la UNAM, porque en gran parte de las universidades públicas ésta sólo es un emblema.
La memoria sigue viva, aunque muchos la ignoren y otros hagan todo lo que esté a su alcance porque se desconozca y se minimicen esos hechos ominosos. Unos años después de la masacre Octavio Paz dijo, no es casual que los jóvenes hayan caído en la Plaza de Tlatelolco porque ahí estuvo el templo Azteca Teocali, en el que se hacían sacrificios humanos (Clío).
En Coahuila la Coalición de Trabajadores de la Educación siguen la lucha contra su verdugo, el Moreira III que recurre en forma autoritaria y prepotente al uso de la fuerza para desactivar al movimiento magisterial que enarbola una causa justa, basada en principios constitucionales por su seguridad social; la represión no paró en el desalojo del Congreso, noticia que por cierto se exhibió en todo el país como un hecho abominable, además, mediante la Fiscalía General de Coahuila se imputó a los líderes magisteriales, los delitos de motín y sedición por intimidar de manera tumultuaria a una autoridad, lo cual suena más que a burla, ¿los docentes intimidan a la autoridad? Desde cuándo, si tienen 10 años luchando pacíficamente por las mismas causas, con formas legales, sin ser escuchados. Finalmente no hubo imputaciones contra ellos, pero quedó claro que el propósito es amedrentarlos y ponerles un hasta aquí. Alto a los 14 años de gorilatos.