Vago azahar o precisa ley, al decir de Borges, la tendencia humana a agregarse existe desde la sombra de todos los tiempos y las épocas.
El ser humano es por naturaleza gregario, es decir tiene afinidad por buscar la compañía de otros para compartir o para cumplir con fines precisos, no siempre buenos, pero al fin no tan peores.
Sociedades primarias crearon las ciudades, estas los países y la comunidad mundial al planeta con el principio básico dictado por un mexicano de que el respeto al derecho ajeno es la paz, tanto entre civiles como entre estados.
El postulado juarista de mantener la calma entre afines mediante el respeto, parecería punto menos que imposible de cubrir ante las modernidades de la convivencia y la demografía actual.
Ciudades anónimas, pueblos abultados, comunidades abandonadas a su suerte, son sinónimo de la nueva manera de hacer y vivir.
Metrópolis sobrepobladas en las que diariamente viven personas que tienen que limitar más y más su espacio de confort frente al atrevimiento de los otros edificios, cada vez de más pisos, en los que viven hacinados a veces hasta veinte vecinos en un segmento.
La planeación de las ciudades que en ocasiones datan de la época colonial, la irrupción irregular de tierras para habitación, el alto costo de la vivienda, los programas sociales de construcción basados en casas milimétricas, a veces levantadas en 50 metros cuadrados de terreno, cuando bien les va, con las paredes del vecino pegadas a las recamaras, compartiendo bardas, tendederos, cocheras, drenajes y otras circunstancias. Han generado la convivencia a fuerza de los mexicanos.
Cada vez es mayor el detrimento del comportamiento cívico, enseñado como obligación en las escuelas, sera ya sin devoción, en una materia en la que se confundía este elemento con el del patriotismo y el respeto a la simbología patria.
La convivencia ciudadana, es el tema actual que se podría definir en el conjunto de conductas basadas en el respeto al bien ajeno, la confraternidad y la higiene de los vecinos o lugareños.
Precisa ley, necesaria una de Convivencia Civil en el estado que tenga como clientes a ciudadanos que actualmente tocan el claxon indiscriminadamente, vecinos latosos que oyen el radio a todo volumen o discuten a grito abierto, gente que tira pañales a la calle, que pinta grafitis en las paredes, que andan para arriba y abajo con tinera, gasolina, petróleo y otras substancias por la calle, que le gusta celebrar con petardos cualquier fiesta, que desperdicia criminalmente el agua de todos o que se le ocurra molestar vecinos con albures ,piropos o zonceras diría mi abuela.
Vago azar que en una comunidad tan grande como la Coahuilense se pudiera ir, pian pianito, ir ganando terreno bueno de la convivencia al malo de la malandrineria y el letargo.
Hay ya un precedente chilango, que podría muy bien invadir la intranquilidad de nuestros espacios a fin de lograr una convivencia pacífica y respetuosa. ¿Qué esperamos?