Cooperación en familia fortalece la unión y fomenta valores.

Cada miembro de la familia se sentirá a gusto en su casa si es tenido en cuenta para cooperar y para colaborar de acuerdo con un principio básico:

Podemos observar una familia en la que sus miembros habitualmente se comportan del mismo modo, pudiendo parecer así que existe una unidad en la familia.

Sin embargo, la unidad no es el resultado de la planificación de los padres ni consiste en realizar actividades conjuntamente. La unidad radica en que todos los miembros de una familia compartan y respeten una serie de criterios rectos y verdaderos. Si hay acuerdo en estos criterios y en lo que ellos significan, entonces cada uno puede comportarse con estilo personal.

Si todos los miembros de una familia están de acuerdo en que deberían ayudarse a mejorar los unos a los otros, luego cada uno actuará como mejor crea, con iniciativa y pidiendo asesoría. Es evidente que la unión que produce los mejores resultados es aquella en que los miembros están de acuerdo en que conviene (cada uno con su estilo) desarrollar al máximo una serie de costumbres.

Precisamente por eso se verá en la práctica que una familia tiene estilo cuando sus miembros se esfuerzan para desarrollar unos valores. Las familias sin estilo son aquellas en las que no hay unidad de propósito ni existe ninguna intencionalidad educativa específica.

Un valor que se puede descubrir en el seno de la familia es el afán de mejora personal al servicio de los demás. Pero esto únicamente será así si los padres no anulan las posibilidades de convivencia de un conjunto de intimidades en búsqueda de la madurez natural de todos sus miembros.

Estas posibilidades pueden anularse si se centra la atención en los comportamientos triviales y sin sentido. De hecho, en muchas familias se encuentra una visión mezquina de la vida, debido a lo cual la familia se traduce en un manicomio de envidias, reproches, disgustos y humillaciones.

En la familia, porque existe confianza en los demás y porque existe confianza en el futuro y en las potencialidades de las personas únicas y valiosas, se pueden elevar las miras de sus miembros de tal modo que impregnen sus actos con amor y lleguen a amar al mundo y a sus semejantes.

La unidad de la familia radica en que todos sus miembros comparten y respetan los mismos valores. Por tanto, para lograr esa unidad es conveniente:

Tener metas elevadas y posibles.
Establecer algunos objetivos a corto, mediano y a largo plazos
• Hacer partícipes a todos los miembros de la familia de los afanes diarios y de las pequeñas alegrías
• Contagiarlos de entusiasmo e ilusión por mejorar personalmente y por colaborar en la mejora de los demás

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