Corrupción y capitalismo de cuates

Todos en México coincidimos en la necesidad de acabar con la pobreza. Por supuesto que una mejor distribución de la riqueza ayuda para tal fin. Pero es fantasioso que tal meta se cumpla por la mera decisión de un presidente; menos, cuando se está dejando a miles sin empleo por la austeridad mal entendida.

Necesitamos crecer, que haya trabajos y que éstos sean bien remunerados. Por eso, los gobiernos están obligados a garantizar ciertas condiciones para que los inversionistas tengan confianza y pongan su dinero a trabajar. Sin embargo, el presidente manda señales confusas que elevan el nerviosismo y ahuyenta a los capitales.

Hay algo muy importante que aclarar: el liberalismo económico está en contra del “capitalismo de cuates” que ha privado en nuestro país y que, lejos de lo que se dice, no está siendo desmontado.

Ese modelo nocivo, surgido de la corrupción, supone que se entregan obras y pedidos a empresas, por la vía del compadrazgo. Por eso estamos tantas personas preocupadas por la asignación directa de compras del actual gobierno federal, porque es más fácil que así terminen los contratos con los compadres.

El verdadero liberalismo apuesta a que las empresas, por la vía de la libre competencia, busquen ganar una licitación porque ofrecen las mejores ventajas a quien compra. Se aplica también en muchas de las grandes empresas: se convoca a participar bajo unas bases y las empresas interesadas preparan su mejor opción.

Así no es como se está procediendo en el régimen actual y eso daña a los pobres que se dicen son el motivo de todas las políticas y acciones que realizan. Por eso la exigencia para que se apeguen a la ley y realicen las mejores prácticas.

Ya van varios casos, ahora con lo de la remoción del sargazo en Quintana Roo, en los que aparecen empresas vinculadas al presidente o a su equipo de trabajo. En algunos casos, como ese último, han reculado y qué bueno; pero sólo lo hacen cuando estallan los escándalos en los medios. Dicen que odian al neoliberalismo, pero les encanta el capitalismo de cuates.

Compartir