Es frecuente asociar la idea de crisis con dificultad, riesgo y peligro. Sin embargo, la esencia del concepto está más próxima a la de cambio crucial, significativo o determinante, como veremos mas adelante. La familia, independientemente de su funcionalidad, está expuesta a momentos críticos; algunos de ellos ocurren como consecuencia del curso natural de la vida, otros por el contrario no están relacionados con el ciclo vital y están relacionados a hechos circunstanciales o inesperados.
En cualquiera de estos casos la familia enfrenta el reto de modificar su repertorio habitual de respuestas ante factores estresantes recurriendo a recursos internos y externos.
CONCEPTO DE CRISIS
Conceptualmente, podemos definir crisis como una situación de estrés, cuya resolución requiere una decisión estructurante, y en la que el sujeto tiene clara conciencia de la disparidad entre el rendimiento habitual de sus recursos y las exigencias de la tarea crítica. Es el estado temporal de trastorno y desorganización, cuya característica principal es la incapacidad de la persona para manejar situaciones particulares, utilizando los métodos acostumbrados para la solución de problemas y por el potencial para obtener un resultado radicalmente positivo o negativo. Así tenemos que una crisis no implica necesariamente la vivencia de circunstancias negativas o la máxima expresión de un problema, también puede representar la oportunidad de crecer, superar la contradicción con la consiguiente valencia positiva.
La crisis también implica la inevitabilidad de una transformación, por esto debemos tener en cuenta que una crisis (oportunidad/amenaza) siempre producirá cambios y no se puede esperar que se vuelva al anterior equilibrio, se debe buscar un nuevo estado de equilibrio que permita a la persona desenvolverse adecuadamente.
La familia en crisis no es necesariamente una familia disfuncional o problemática. La familia funcional no difiere de la disfuncional por la ausencia de los problemas. Lo que las hace diferentes es el manejo que hacen de sus conflictos, no la ausencia o presencia de ellos.
Durante la crisis existe una organización inestable y transitoria que puede ocasionar angustia. Pueden aflojarse los límites y confundirse los papeles y las reglas, los valores y las metas pierden importancia y es posible que se revivan conflictos irresueltos, los riesgos físicos, psíquicos y sociales son elevados, sin embargo aunque se considere a la crisis como un trance peligroso, no necesariamente debe evitarse, ya que es un proceso que puede promover la reestructuración de los sistemas (individual, familiar, social) y ayudar a comprender sus cambios.
El objetivo de la prevención de crisis no es impedir que ocurran, sino mejorar o desarrollar las capacidades y habilidades del individuo y/o de las familias para afrontar esta situación, a fin de que traten de obtener experiencias constructivas que les ayuden a su crecimiento.
FASES DE UNA CRISIS
1. Shock o impacto agudo
Algo ocurre generalmente de manera súbita que afecta al individuo o la familia profundamente, sin poder evitarlo o superarlo de la manera habitual en que hace frente a otros problemas. Junto al estrés propio de la situación se añaden sentimientos de confusión e impotencia, desamparo y desvalimiento.
En esta fase predominan sentimientos de ansiedad, irritabilidad y manifestaciones psicosomáticas. También pueden presentarse sentimientos de entusiasmo y aumento de energía.
2. Desorganización critica
En esta fase fallan todas las estrategias habituales de afrontamiento y resolución de problemas, la tensión emocional aumenta hasta niveles insoportables.
Suelen iniciarse diversas actividades destinadas no necesariamente para resolver o mejorar la situación de crisis, sino simplemente para escapar de ella o para descargar la tensión acumulada.
Es posible que se manifiesten conductas psicopáticas o “fuera de carácter”, diversos tipos y grados de abuso de tóxicos, conductas autodestructivas y episodios emocionales bruscos. Es posible que también se busque ayuda las cuales pueden ser programadas y bien estructuradas o ser “gritos de socorro” ineficaces y atropellados. Según se empieza a hacerse evidente la insuficiencia de recursos internos y su disparidad con las exigencias de la situación, se hacen más notorios los sentimientos depresivos de indefensión y fracaso en distintos grados.
3. Resolución
Entre las múltiples actividades que el sujeto despliega ante el impacto inmediato de la situación, alguna puede tener éxito y la crisis se resuelve casi sin llegar a plantearse. Pero en el desarrollo típico de una crisis, los primeros intentos de contraataque suelen fallar, y el individuo permanece con presión interna por hallar una solución:
a) Descubrir nuevas estrategias de afrontamiento
b) Encontrar nuevas fuentes de ayuda, formar nuevas relaciones o trabajar con profesionales o consejeros varios
c) Reducir las demandas con las que debe trabajar
d) Cambiar la manera cómo interpreta su situación
Esta fase es el núcleo central de la crisis, en la que se toma una decisión que puede significar la salida a través de la creación de nuevos recursos internos y de un crecimiento interno apresurado, o por el contrario, a través de la consolidación de mecanismos maladaptativos de evitación y retraimiento.
4. Retirada Final
Si la crisis no se resuelve, bien o mal, en las fases anteriores, se llega a la fase final: la retirada puede ser tota, como a través del suicidio o separación de la familia, o parcial que puede ser interna, como a través de una desorganización psicótica o una estructura delirante o externa como un cambio radical de entorno, relaciones, actividad y hasta de nombre. En cualquiera de estos casos, la crisis termina, sea por la muerte, sea por la negación de sí mismo que supone la psicosis, sea por la renuncia a todo lo vivido hasta el momento de la crisis y el inicio de una nueva vida.
CICLO DE FUNCIÓN FAMILIAR
Smilkstein presentó un modelo explicativo de los posibles efectos de los acontecimientos estresantes. Cuando la familia funcionalmente equilibrada es expuesta a eventos estresantes, sufre un estado de desequilibrio el cual enfrenta haciendo uso de sus recursos internos que si son adecuados, llevan a respuestas adaptativas para retornar a un sistema estable.
Sin embargo, si los acontecimientos son muy intensos o sobrepasan la disponibilidad de recursos, la familia entre en un estado de crisis. En tal caso, el sistema familiar tiene que recurrir a sus recursos internos y externos. Dependiendo de la disponibilidad de estos, puede efectuar los ajustes necesarios para elaborar una respuesta adaptativa con dos posibles alternativas.
La primera con recursos apropiados, conduce a una forma positiva de cambio, expresada por modificaciones en el repertorio de conductas y del funcionamiento interno, a fin de amoldarse a los requerimientos de la situación y alcanzar un nuevo estado de equilibrio funcional diferente al precedente.
En segundo lugar, si los recursos son inapropiados o insuficientes, la respuesta tiende a ser negativa (maladaptación) pues implica el desarrollo de condiciones o mecanismos de defensa patológicos que permiten a la familia sobrevivir al factor desestabilizante sin transformarse y con ello lograr alcanzar un estado de “equilibrio patológico” donde el riesgo de nuevas crisis o disfunciones es alto.
Por último el modelo contempla que si hay carencia de recursos y la familia esta incapacitada para resolver las crisis, el resultado es un desequilibrio terminal que lleva a la disolución del sistema familiar.
Después de repasar el concepto de crisis, sus fases y el ciclo en el que se desarrollan en la familia, veremos en una próxima publicación los eventos o acontecimientos vitales estresantes y los tipos de crisis que se presentan en la familia y cómo podemos intervenir ante estas crisis familiares.
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