El cambio de nombre corporativo de Facebook a Meta no ha venido libre de críticas.
Y es que, probablemente, la empresa dirigida por Mark Zuckerberg es ahora mismo la compañía bajo mayor presión del mundo.
Muchos ven este cambio como un intento de lavado de imagen tras las duras semanas del conglomerado por la filtración de los “Archivos de Facebook”, que según la responsable, la exempleada Frances Haugen, exponen que la empresa puso repetidamente “el crecimiento por encima de la seguridad” de sus usuarios.
Zuckerberg defendió que Meta representa mejor el trabajo actual de la empresa, que va más allá de las redes sociales e incursiona con fuerza en la industria de la realidad virtual.
En concreto, Meta está relacionado con el llamado “metaverso“, una especie de futuro mundo virtual donde la gente puede jugar, trabajar y comunicarse y que Zuckerberg está apostando fuerte por ello.
Para muchos entusiastas de la tecnología, el metaverso podría ser el futuro de internet.
Cambiar de nombre corporativo es una práctica común en los grandes conglomerados, pero el momento en que aparece Meta ha generado dudas entre los escépticos.
¿En qué se basan entonces las críticas a Zuckerberg?
Desviar la atención
Las primeras críticas se producen por lo que muchos interpretan como una forma de desviar la atención del mal momento de la compañía.
Alexandra Ocasio-Cortez, miembro de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, reaccionó rápido ironizando en Twitter al anuncio de Zuckerberg.
“Meta como ‘somos un cáncer para la democracia que hace metástasis en una máquina global de vigilancia y propaganda para impulsar regímenes autoritarios y destruir la sociedad civil … ¡con fines de lucro!”.
James Clayton, reportero de tecnología de Norteamérica de la BBC, dice que esta jugada de Facebook parece que “intenta desviar la atención lejos del torrente de noticias negativas que figuran sobre la empresa”.
Y es que para muchos críticos la marca de Facebook se ha convertido en tóxica.
Ya hemos visto senadores (en EE.UU.) que ignoran el cambio de nombre, con uno de ellos describiendo el movimiento como ‘cosmético’.
Entre las filtraciones de Haugen, se expone que Facebook es responsable de fomentar una cultura “tóxica” para jóvenes en Instagram, que la red social ayudó a “alimentar” la violencia de los disturbios del Capitolio en enero y que trataba diferente a usuarios de alto perfil, entre otras acusaciones.
Y si bien Zuckerberg se defendió diciendo que todo se trata de un “esfuerzo coordinado para pintar una mala imagen” de su empresa, esto no convenció a los críticos más acérrimos.
“Mago de Oz”
Allen Adamson, cofundador de Metaforce, una compañía de marketing, comparó el movimiento de Zuckerberg con una especie de truco del Mago de Oz.
“No prestes atención a la persona detrás de la cortina (…) mira hacia el metaverso y no te preocupes sobre lo que pasa en Facebook“, ironizó Adamson a la agencia Reuters.
En una entrevista con el medio tecnológico The Verge, Zuckerberg aseguró que el ciclo reciente de noticias negativas “no tenía nada que ver con esto”.
“Aunque pienso que algunas personas quizás quieran hacer esa conexión, creo es un poco ridículo”.
Un nombre para algo que todavía no existe
Otra de las dudas que dejó el anuncio de Zuckerberg es la creación de un nombre para algo que todavía no existe: el metaverso.
Aunque el director ejecutivo insistió en que se trataba de un producto a largo plazo, Clayton, el reportero de la BBC, expone que “tener un nombre completamente desvinculado a tu principal producto es algo extraño“.
Y es que la mayoría de ingresos de la compañía siguen viniendo de la publicidad en las redes sociales Facebook e Instagram.
Por último, el hecho de cambiar de nombre de empresa matriz no es siempre sinónimo de éxito.
En 2015, Google cambió su nombre a “Alphabet”, pero Clayton dice que casi nadie se refiere a la empresa de esa forma.
“Las críticas constantes sobre cómo Zuckerberg dirige sus redes sociales deben ser extenuantes. En ese sentido, la división es lógica. Sin embargo, tendremos que esperar y ver si la gente lo acepta”.
BBC Mundo