Cultura parlamentaria Coahuila.

Grave problema en el sector público es el derroche de recursos.

Están –por supuesto- los gastos superfluos, los lujos: los informes de labores con trato de Faraón al gobernante en turno, los viajes VIP a destinos exóticos, las groseras prestaciones y sobresueldos autorizados por el poder y para quien está en el poder. Enlístense aquí los presupuestos inflados y los contratos a precios desmedidos con empresas amigas o, de plano, fantasma. De esto, y un largo etcétera, comienzan a dar cuenta los medios de comunicación y activistas sociales.

Pero hay otro tipo de derroche del que, siendo importante, poco se habla: “la gestión chambona”. Paupérrima ejecución, sumada a la inhabilidad extrema a manera de insulto, producto de la indiferencia crónica.

De esto, el Congreso de Coahuila (la Legislatura que está por terminar) ofrece dolorosa muestra que ilustra.

En junio de 2016, el Congreso publicó en formato electrónico algo que denominó “Cultura Parlamentaria Coahuila. Revista de difusión, análisis e impacto legislativo del Congreso del Estado”. Desde entonces, sin rubor, la ha mantenido en su portal de internet (www.congresocoahuila.gob.mx) en la columna de la derecha, debajo de “Citatorio”.

Para decirlo rápido, es vergonzoso.

Por ser el primer número, cuenta con una “presentación” firmada por el Presidente de la Junta de Gobierno. Ni hablar: el equipo responsable (o, en este caso, irresponsable) de la revista lo hicieron mentir sistemáticamente en media cuartilla. Pero bien se dice en la paremiología nacional, dicho aquí con todo respeto: “la culpa no la tiene el indio…”.

Aquí una selección.

El presidente del Congreso anuncia una publicación electrónica semestral. Al momento deberían existir, al menos, dos más. El rebaño se cansó en el Congreso. Supongo no ha de ser la falta de plumas que puedan aportar, sino el criterio para invitar y, pues, no todos pueden ser amigos.

En la presentación, el ex Rector de la Universidad hoy legislador mayor, afirma que la revista “pretende presentar un contenido de carácter académico, y los altos estándares que caracterizan a este tipo de publicaciones”. Ahí falla completamente.

En la publicación, hay perfiles interesantes y temas actuales que merecen ser abordados. Algunos autores efectivamente se desarrollan en la academia y, quienes lo hacen preponderantemente en el servicio público, no carecen de tablas para la investigación y la redacción. El problema, dicho en lo general, no es de los autores o sus textos, sino del tratamiento irrespetuoso de los editores de la revista.

Una publicación de “altos estándares” cuida no cometer errores que, en la publicación del Congreso, son la constante.

Véase un ejemplo en el artículo “Una mirada a la reforma procesal penal mexicana” (páginas 23 y siguientes… supongo, pues ni el paginado existe). Ahí la autora muy seguramente compartió (página 26) una tabla o cuadro comparativo entre tres sistemas penales. ¿Qué hicieron quienes armaron la revista? Vaciaron el texto en un formato que hacen ininteligibles, al menos, un par de páginas de la publicación.

Hay más ejemplos que espacio para compartirlos.

El “contenido académico” propuesto y trabajado por los autores muere penosamente en una ejecución chambona de quienes, seguramente, desestiman lograr lo que el presidente del Congreso prometió: “estrechar vínculos con los diferentes segmentos sociales que día con día buscan apreciar las actividades que llevamos a cabo”.

Producto tan grotesco no ha despertado, ni en los propios, interés. Mantenerlo en la página obedece, con toda seguridad, a que nadie (ni ellos) se acercan.

¿Y cómo puede ser diferente? Productos así, el derroche bobo de los recursos, matan todo interés.

www.victorspena.net
@victorspena

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