A últimas fechas los acontecimientos que se han suscitado a nivel nacional y su impacto en el escenario mundial han sacudido los hogares mexicanos, de los cuales se ha tomado la decisión de un modo por demás “extraño” por llamarlo de alguna manera de involucrarse en la política internacional y nacional a través de las redes sociales, que se han convertido en el termómetro para medir el descontento de las sociedades.
Y es que desde todas las trincheras posibles pareciera que se ha estado linchando a todo y a todos los que se nos aparezcan enfrente, el hartazgo social, el cansancio mental o de plano la inminente necesidad de ser leídos, escuchados, o solamente de expresarse en general se apoderan de las redes sociales.
En muchas ocasiones la expresión proviene de personas ajenas a la información que de manera desmesurada vierten sus opiniones, lo cual hasta cierto punto es entendible aunque no deja de ser irresponsable en cuanto a la reproducción de opiniones en algunas ocasiones infundadas, que llenan de agresión y violencia este nuevo espacio convertido en válvula de escape.
La visita de Donald Trump en un hecho sin precedentes a nuestro país el pasado 1 de septiembre, en medio del descontento por los comentarios por demás racistas y xenófobos vertidos por el candidato presidencial y la invitación del Presidente Peña Nieto a ambos candidatos (incluida Hillary Clinton) a entrevistarse con él, en un escenario inédito ya que nunca en el pasado ningún candidato mexicano a la presidencia de la república ha sido invitado por algún presidente norteamericano en funciones, ni viceversa.
De inmediato las opiniones no se han hecho esperar, millones de ellas en contra, afectando la de por sí vituperada imagen del líder del ejecutivo nacional.
En una discutida intromisión en el proceso electoral norteamericano, que al parecer ha incidido en un repunte en la campaña del Trump oportunista que todos conocemos, contra una Hillary desmejorada a nivel salud y quien ha dado una respuesta negativa a esta invitación, decidiendo reunirse con Margarita Zavala, a lo cual se le ha dado una lectura de aprobación hacia la panista, o una cuestión revanchista de parte de la candidata norteamericana, lo cual pone al partido en el poder en una situación incómoda.
Muchos han tratado de etiquetar esta visita como un error, y de poner al presidente como un ente servil ante la figura del norteamericano, no podemos cuestionar el sentimiento nacional de rechazo y repudio ante las declaraciones por demás desafortunadas de Trump y su discurso de odio que demuestra ignorancia y oportunismo ante una sociedad norteamericana ávida de oportunidades y de empleos, haciendo parecer a todos los inmigrantes una amenaza y olvidando su papel en la construcción de la economía.
Es sin embargo importante resaltar que la invitación realizada por el ejecutivo nacional (sin dejar de lado el rechazo que ha provocado en la opinión pública nacional), fue realizada por Enrique Peña Nieto desde su investidura como Presidente de la República, por lo cual a nivel diplomático era imposible que tomara el tinte revanchista y telenovelero que muchos habrían querido ver. Sería ilógico invitar a un potencial presidente norteamericano para vituperarlo en público y poner a México en una posición de riesgo tanto a nivel económico como diplomático.
¿Qué si fue un error la invitación desde su génesis? Muy probablemente ¿Qué tal vez fue lo que le costó a Luis Videgaray su posición en la Secretaría de Hacienda? Creo que nunca lo sabremos. Se manejan muchas otras hipótesis, desde su posible candidatura al gobierno del Estado de México, hasta su probable papel como orquestador de la campaña ganadora. ¿Qué si Hilary en su resentimiento ha aprobado ahora la candidatura de Margarita Zavala? Valdría la pena aquí recordarle a la población que son pocas las ocasiones en las que los políticos actúan desde las vísceras por más que nos gustaría ver toda una puesta en escena que diera goce a nuestro gusto por los dramas…
Distraída la opinión general por la infortunada columna de Nicolás Alvarado, sobre la naquez de la lentejuelas en la indumentaria de Juan Gabriel, ídolo de la cultura popular, su falta de sensibilidad ante la misma y su consecuente sobre exposición en los medios como resultado de su salida de TV UNAM, explicaciones no pedidas como demostración de su culpabilidad manifiesta al menos ante el linchamiento del que se convirtió en objeto por medio de las redes sociales, olvidando de paso que el ostentarse como un elitista en un país con más del 50% de pobreza a nivel nacional lo descalifica de inmediato para ser quien represente a la televisión pública de la Universidad Nacional Autónoma de México, la cual debe tener al frente a alguien que no ostente ese nivel de soberbia (más allá de si Nicolás Alvarado nos cae bien o no personalmente), su falta de tacto e incapacidad para entender el dolor de todos aquellos que se reflejan en el “sueño mexicano juagabrielesco” por más que explique que sus opiniones fueron vertidas a tenor personal, en el momento que tiene una investidura de servicio público es difícil sino imposible separarlo de esa función y todo lo que de su boca o pluma emane será utilizado en su contra…
De ahí la importancia de no olvidar la responsabilidad social en el momento de ostentar un cargo público.
La posterior entrevista realizada por un Carlos Marín en todo momento a la ofensiva al Presidente Peña Nieto en Anchorage sacia al menos por un tiempo la necesidad de la opinión nacional de cuestionar las acciones del ejecutivo, y la urgencia de las redes sociales de expresar su descontento, nunca antes vista una entrevista tan frontal en la que entrevistador y entrevistado encimaran sus preguntas el uno en el otro y en que tantas cosas quedaran en el aire…
Habrá que ver que depara esta semana, comenzando por el discurso de intolerancia en defensa de “algunas familias”, porque al menos en México hay once tipos distintos, lo cual cuestiona de base la existencia de “LA FAMILIA” como tal, ya les estaré platicando este jueves…
@PalomaCuevasR